Conversación Con María Ángeles Maeso, Por Matías Escalera Cordero

Hace mucho que deseaba tener esta conversación con María Ángeles Maeso, amiga, persona, narradora y poeta inestimable en todos los sentidos; pero la vida y nuestras agendas son como son y hemos tenido que esperar casi a finales de 2022, para tomar como excusa la exitosa recepción de su último poemario ¿Quién es se?, publicado por Huerga y Fierro, este mismo año para entablarla, por fin.

He dicho narradora, porque María Ángeles Maeso es narradora, al tiempo que poeta; con La voz de la Sirena, fue, ya en 1986, premio de cuentos Teresa León; y, en 2004, publicó Perro o, en 2006, Los condes del No y No, relato infantil también, porque en ese nada fácil mundo de la literatura infantil también se ha adentrado. Aunque es como poeta como es especialmente conocida, desde que, en 1991, con Sin Regreso, recibe el Premio de Poesía Jorge Manrique, al que siguen varios de los poemarios que la pusieron en el centro de la poesía de la Conciencia Crítica española, en 1996, Trazado de la Periferia, con una segunda edición en 2019; El bebedor de los arroyos, en 2000; Vamos, vemos, Premio de Poesía León Felipe, 2003, con ediciones en braille (2007)  en castellano-¡ y en esperanto,  (2017); en 2008, uno de su poemarios centrales, Basura mundi, junto con su obra maestra, hasta el momento, en mi modesta opinión, el inmenso poemario ¿Quién crees que eres yo?, de 2012; hasta Puentes de mimbre, en 2017.

Hace un año, más o menos, para la sección de Poesía Española de Casa Bukowski, escribí lo siguiente: «María Ángeles Maeso es una de las voces más hondas y sensibles de la poesía española, desde hace tres décadas. Su exquisito sentido de la dignidad intrínseca de lo humano y de lo vivo se manifiesta, no solo en lo que concierne al tratamiento de aquellos aspectos materiales que tienen que ver con nuestra vida social y colectiva, sino también de aquellos que pertenecen a las recónditas estancias de nuestro espíritu, de esas emociones que conforman nuestra íntima mismidad, de la que los objetos, por humildes que sean, y los seres vivos que nos rodean y nos constituyen, por ajenos e insignificantes que parezcan frente a la descomunal máquina/mundo –o imperio– que nos amenaza, también forman parte…» Y así es, del mundo y de lo pequeño, de lo humilde, pero lo más esencial, es de lo que vamos a hablar aquí.

… … …

Matías Escalera Cordero (MEC). María Ángeles, ya sabes cuál es mi opinión sobre ¿Quién crees que eres yo?, del que estoy prendado. Y, como escribe Enrique Villagrasa en su reciente reseña de Librújula –yo también lo he percibido–, este ¿Quién es se? sigue, de una forma distinta, pero de un modo también identificable, la estela o la onda del primero. ¿Es así realmente? ¿Por qué te interesa y has ahondado, de esta manera, en la cuestión de la identidad o de las identidades, de aquello que nos constituye verdaderamente como sujetos y personas, y de cómo dejamos de serlo…?

María Ángeles Maeso (MAM). Gracias, Matías, por tus palabras. Sí, es así. La pregunta por la identidad es una constante que nos formulamos, al menos, desde que se la oímos gritar a Sófocles. Supongo que cada cual se asoma a su conciencia y, encara sus preguntas y su autocrítica como puede, para no perderse de vista. Uno de mis primeros libros, El bebedor de los arroyos, ya es una indagación a la luz de los hechos que explotan en las manos de Edipo.  Muchas de las preguntas de ese libro persisten en algunos poemas de ¿Quién crees que eres yo? y también en este libro ¿Quién es se? que se quedó en embrión, porque  la dura realidad de los recortes en derechos, que ya habían sido conquistados, se impuso con tal crueldad que a las personas mayores nos recordaba el largo periodo del franquismo. De ese momento nacerían otros libros como Basura mundi o Puentes de mimbre. ¿Quién es se? tuvo que esperar.

MEC. Ahora que mencionas a Sófocles y las preguntas fundamentales, hay una también acerca de la afirmación, no tanto de la identidad personal, como de los deberes que como sujetos y personas libres, precisamente, adquirimos en la polis, justo el desafío que tú aceptaste, al preterir ¿Quién es se?, y tomar la decisión de enfrentarte –poéticamente– a la realidad de la polis de tu tiempo, a esa justa coyuntura social y política, con Basura mundi y Puentes de mimbre. Es una pregunta que se deduce no solo de la tesitura a la que se enfrenta Antígona, sino de su misma condición de mujer, pues, desde mi punto de vista, que el núcleo de esa tragedia, que su personaje central sea un personaje femenino, no es casual, ni baladí, en la construcción de la tragedia por parte de Sófocles. En tu caso, el hecho de ser mujer, además de sujeto consciente de sus derechos y de sus deberes cívicos, y en busca de su propia identidad en la polis; es decir, tu condición de mujer en el mundo que has vivido y en el que has desarrollado tu obra, ¿la ha condicionado de alguna manera?, ¿en qué sentido, si así ha sido?

MAM. No sé cómo hubieran sido las cosas de haber firmado con nombre de varón. Yo empiezo a publicar, en revistas del mismo barrio periférico, en el que sigo viviendo, y en las revistas de estudiantes de la universidad, cuando estudiaba en Filología y sí, es cierto que, tras la muerte de Franco, durante el momento de la Transición, nacieron numerosas antologías de género como las de editorial Hiperión y otras, que movieron las aguas durante ese periodo que algunos vivieron como fiesta permanente. Fue el período momentáneo de apertura, tras el rigor del franquismo, que se conoció como La Movida y que la prensa española celebraba como desahogo de una sociedad que estrena libertades.

En realidad, esto sucedía en los barrios céntricos de Madrid, a fin de cuentas, pero la fiesta tenía lugar al mismo tiempo que los despidos laborales, tras los procesos de la reconversión industrial. La fiesta, en los barrios obreros, echó muy pronto el cerrojo, tan pronto como crecía el paro, la desesperación y los yonquis de cabeza gacha, sin alegría alguna. En las afueras, lo que explotaba era desesperación y desempleo. La fiesta de La Movida estaba lejos. Mi Trazado de la periferia (la primera edición es de1996) fue escrito en esos años, cuando un grupo de jóvenes del barrio, frente a La Movida, creamos un colectivo que llamamos La Parada. Y sí, qué buena tu referencia a Antígona, Matías, yo también creo que ella vio con buenos ojos nuestros reclamos de periferia.

MEC. Por lo que dices, veo confirmado algo que leyendo tu obra se percibe inmediatamente, que tu sentido de la clase, del origen de clase, ha predominado de un modo, digamos, espontáneo, sobre el sentido de género, aunque evidentemente en ciertos momentos de tu obra emerge también. Y me pregunto si no es quizás porque tu experiencia como mujer libre y militante política, desde muy joven, así como la coyuntura histórica en la que crecimos y el entorno periférico en el que tú te desenvolviste han reforzado el sentido de clase por encima del sentido de género.

MAM. Es una pregunta a la que tú mismo has respondido. Quien tenga nuestra edad recordará que el machismo, en los setenta, con Franco y sin él, era un invitado más a sentarse con los camaradas con los que luchabas para cambiar el mundo. De entonces, recuerdo debates alrededor de alguna entrevista a Ángela Davis, en la que ella aclaraba que tanto el sexo como el color de la piel separan y discriminan, pero más, si se trata de los pobres y las pobres. Sobre las violencias que confluyen, precisamente, en las mujeres pobres da cuenta mi escritura en poemas como, por ejemplo, “Corrección del barro bíblico” (de Vamos, Vemos, 2004); “El amor en tiempos del despido libre”; “Mujer con finiquito en la mano” (de Basura mundi; 2008); “Io está clavada como la niebla” (de ¿Quién crees que eres yo?, 2012); “Baja más y más la noche” o “Señora Sísifa” (de Puentes de mimbre, 2017).

MEC. Te he planteado esta cuestión porque hay una especie muy extendida, aún, por ahí, aunque no te lo creas, de que la poesía trata de la “belleza” o de las “emociones más íntimas del poeta”, eso sí, siempre como sujeto aislado en su experiencia del mundo, incluso cuando esta experiencia sea traumática o dramática; también de sus “dudas existenciales”, comúnmente de lo espiritual y de lo abstracto, tratado todo ello mediante hermosas imágenes y asociaciones originales y chocantes, lo más abstractas y hermosas posibles, y desconectadas de lo común y de lo cotidiano, por supuesto, desvinculadas de la clase y de la vida material e histórica; vinculadas, en todo caso, a la famosa “condición humana”, tan universal, como abstracta, también; y que nuestro carácter de seres construidos por lo que nos rodea y la naturaleza de seres eminentemente sociales que somos, esto es, el barro del mundo, su basura, lo cotidiano y lo vulgar no son materia, en absoluto, poetizable; y, de pronto llegas tú, llegan poetas como tú, y dicen: no, majetes, la basura, el barro, lo común y cotidiano, lo real, lo histórico y material que somos, no es solo poetizable, es lo más poetizable, y una corriente de aire fresco de sentido poético entra y nos arrastra, y su frescor llega directamente al corazón y a la mente del lector atento, que busca algo más que juego de imágenes exquisitas, originales y chocantes. Y, créeme, la poesía entonces es un goce completo.

MAM. Bueno, el camino estaba ya abierto por poetas como Ángela Figuera, Celaya, José Hierro, la mexicana Rosario Castellanos, la portuguesa Sophia de Mello que nos dijo: Sabemos que la vida no es una cosa y la poesía otra. Sabemos que la política no es una cosa y la poesía otra… Y por tantos otros en nuestra lengua… Pero fíjate en esto, la gente de mi edad no pudimos leer Poeta en Nueva york, de Lorca, hasta 1977; del poeta Yannis Ritsos no tuve noticias hasta que la profesora de griego, Goyita Núñez, nos mostrara en clase una antología prologada por ella y por Antonio Tovar, en 1979; de Blues castellanos (1966) o de Descripción de la mentira (1976) de Antonio Gamoneda, no supe nada hasta la edición de Miguel Casado (1988). Son ejemplos de poéticas fundamentales que nos llegaron muy tarde, pero que, en mi caso, se quedaron para siempre. En realidad, nada es nuevo, hoy sacude las aguas Terry Eagleton afirmando que un poema es una declaración moral, pero ya Louis Aragon nos había dicho que un poema es una emoción ética. Cualquiera de las poéticas que menciono, vinieron desde muy atrás, siguen abiertas y acompañándome. En este sentido, podríamos acabar con las palabras de Adrienne Rich que, en Artes de lo posible, nos advirtió de las trampas del silencio: Cada poema real es la ruptura de un silencio que existe, y la primera pregunta que le podríamos hacer a un poema es ¿Qué tipo de voz está rompiendo el silencio y qué tipo de silencio se está rompiendo?

MEC. Así es, querida Mam, para nosotros, una buena parte de nuestra generación, la memoria del pasado, la memoria de lo que ha acontecido antes, de lo que se ha dicho antes que nosotros hayamos pensado siquiera decir algo, es muy importante. Ese lazo con los que nos han precedido es esencial para nosotros; pero me da la impresión de que vivimos en un mundo en que se ha renunciado a la memoria, en que todo parece suceder en un presente continuo, sin pasado, pero también sin futuro, en el que solo hay satisfacción en el disfrute de la cosa obtenida, sea un objeto material, las cuotas de poder conseguidas en nuestro campo de acción o el éxito del reconocimiento instantáneo, mediante infinidad de likes, en las redes, o mediante la acumulación de dinero, da igual… ¿No es acaso este un signo de la infantilización general de las gentes que ha inducido el sistema del capitalismo de consumo…? Niños eternos, sin presente ni futuro, volcados al consumo depredador y esto también en la literatura, en la poesía y en las artes, en general. No sé, a veces, me siento desolado ante este panorama, por eso me resulta tan reconfortante encontrarme y querer a personas, a escritoras como tú, vinculadas a la memoria de lo que somos, seguras y pacientes, nunca preocupadas por la acumulación del éxito presente y buscadoras de futuro; eso que he dado en denominar, por influencia de Ernst Bloch, “seres esperanza”.

MAM. Bueno, la gente de nuestra edad tuvimos muchas dificultades para acceder a lo real, cuando lo real era clandestino; cuando las nociones sobre lo bueno, lo justo o lo bello eran impuestas por una dictadura militar. Pero pudimos formularnos las grandes preguntas en unos momentos en los que la contestación a la violencia del franquismo era muy fuerte. Hoy, con los recortes en derechos que suponíamos definitivos, la violencia del capitalismo campa a sus anchas dejando a la gente a la intemperie. Pero yo aprendo mucho con mis hijas y con gente joven que no tira la toalla. En todo caso, me aferro a otras lecturas del mito de Icaro, se puede decir que esperanzadoras y resistentes, tal como escribí en “7:30”, de Puentes de mimbre:

7:30

En el archivo de Ícaro:
desobediencia a la autoridad,
delito de esperanza
en grado de tentativa.

No constan las pacientes teas
sobre el estudio de las aves, la cera
y las abejas. Ni la brea derretida,
lanzada en gotas por su espalda.
Ni la ardiente orina de los hoolligans.
Ni la bota magnum de los de inteligencia.

Pero no te des de baja,
memoria de pluma descosida:
De Ícaro, matasellado en bruto,
en una sobredosis de islas CIES o FIES,
tampoco su muerte consta.

MEC. A veces pienso que los que con su poesía no hacen otra cosa que mirarse el ombligo y cebarse en su propio dolor e insatisfacción creen que los demás no sentimos dolor ninguno ni desazón; están convencidos de que poseen el monopolio de la exquisitez y de la elegante fruición de la pesadumbre, y lo único que pasa es que no son capaces de sobrepasar los límites de sí mismos y darse cuenta de que es dolor y esa pesadumbre es compartida por millones y que solo dándose cuenta de ello y mirando de frente a sus causas, con verdad, la escritura se convierte en algo realmente bello y relevante, como lo es tu propia escritura. Y ya que tú has citado tu poema de Puentes de mimbre, estaría bien terminar esta conversación con estos versos proféticos de Walt Whitman…

Esta es la ciudad . . . y yo soy uno de sus ciudadanos;
Todo lo que le interesa a los demás me interesa… la política, la iglesia, la prensa y las escuelas,
Las sociedades de beneficencia, mejoras, bancos, tarifas, vapores, fábricas, mercados.
Surtidos, tiendas, bienes muebles e inmuebles.

Los llorones y charlatanes con levita y cuello de pajarita… sé muy bien quiénes son…  y que no son gusanos ni pulgas,
Reconozco los dobles de mí mismo bajo el disfraz de estos labios arañados y piernas de alambre.

El más débil y el más superficial es inmortal conmigo,
Lo que hago y digo ellos lo harán igualmente,
Cada pensamiento que se agita en mí, el mismo se agita en ellos.

MAM. Gracias, Matías, por este encuentro. ¡Salud y poesía!

MEC. Gracias, a ti, Mam, por ser quien eres y ser como eres: una de las escritoras y de las voces esenciales de nuestra generación. Tu obra y tu memoria perdurarán, estoy convencido de ello.

Conversación propuesta por Matías Escalera Cordero para Odisea Cultural y Casa Bukowski 

 

Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956) es un escritor versátil: poeta, novelista y dramaturgo. Ha publicado las novelas Un mar invisible (IslaVaria, 2009) y El tiempo cifrado (Amargord, 2014); la colección de relatos Historias de este mundo (Baile del Sol, 2011) y los poemarios Grito y realidad (Baile del Sol, 2008), Pero no islas (Germanía, 2009), Versos de invierno: para un verano sin fin (Amargord, 2014) y Del amor (de los amos) y del poder (de los esclavos) (Amargord, 2016), y Recortes de un corazón herido: por la esperanza (Huerga y Fierro, 2019). Es asesor internacional de la revista de filología Verba Hispanica, editada por la Universidad de Ljubljana, de la que fue profesor. En 2019, apareció una antología bilingüe de su obra, titulada Poemas del tiempo y del delirio / Poems Of Time And Delirium, en la editorial neoyorkina Artepoética Press Inc.

 

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