Ciudad del Hombre: Barcelona, de Jose María Fonollosa, por Enrique Arias Beaskoetxea

José María Fonollosa Odisea Cultural

José María Fonollosa (Barcelona, 8 de agosto de 1922 – 7 de octubre de 1991) es miembro de ese club de poetas secretos (junto a Konstantinos Kavafis o Fernando Pessoa), totalmente desconocido para la crítica y el público lector. Se mantuvo inédito durante más de cuarenta años, entre 1947 y 1990, periodo en el  que permaneció al margen de corrientes literarias.

Por su edad debería pertenecer a la generación de Claudio Rodríguez, José Ángel Valente, Francisco Brines y Ángel González, sin embargo nunca recibió la atención que sus contemporáneos recibieron, al contrario, permaneció oculto para lectores y escritores. Muchos de estos poetas marcan profundamente a la siguiente generación, la que comienza a escribir en los años setenta del siglo XX.

Ha sido reconocido a partir de su proyecto «Ciudad del hombre», formado por poemas escritos entre 1947 y 1985. Una obra que, sin embargo, no se publicó hasta la década de los noventa, en dos libros: «Ciudad del hombre: New York» (1990) y «Ciudad del Hombre: Barcelona» (1996). Los poemas se titulan con los nombres de las calles de estas dos ciudades.

En 1987, un encuentro casual con Pere Gimferrer en Barcelona dio lugar a la publicación de una antología de 97 poemas titulada «Ciudad del hombre: Nueva York», utilizando el callejero neoyorquino, por deseo de Gimferrer, para titular los poemas.

«Ciudad del Hombre: Barcelona» (1996), con edición José Ángel Cilleruelo, incluye 82 poemas con las calles de Barcelona como título de los poemas, siguiendo el deseo del poeta.

En 2016, también a cargo de J. A. Cilleruelo, se publica «Ciudad del hombre» que reúne, por primera vez de forma completa, este extenso libro de poemas en el que Fonollosa trabajó durante décadas. El manuscrito original está compuesto por 236 poemas.

En un principio este libro se iba a llamar Los pies sobre la tierra. Cilleruelo cuenta en el prólogo cómo, al ver en un escaparate la Ciudad de Dios de San Agustín, Fonollosa pensó que a él le interesaba la ciudad del hombre, no la de Dios, y eso dio lugar al cambio de título. El libro está planteado como un itinerario por una ciudad, Barcelona, y sus distintos barrios y calles a lo largo de una tarde noche. Los poemas van titulados con el nombre de calles de estas zonas barcelonesas.

José Ángel Cilleruelo, máximo conocedor de su obra, afirma que no habla desde una única voz, desde su yo poético, sino que, llevando al extremo el juego con los heterónimos de Fernando Pessoa, pretendía dar voz a una multiplicidad de seres, habitantes de esa ciudad del siglo XX por la que nos invita a dar un paseo.

El libro está escrito casi en su totalidad en endecasílabos, por lo general sin rima, salvo alguna  asonancia. En cuanto a los acentos, Fonollosa no siempre respeta la norma rítmica, acentúa donde le conviene al principio del verso aunque respeta el acento en la 10ª sílaba.

Afirma Gimferrer que los temas fundamentales son la vida urbana, la sexualidad y el crimen.  J. A. Cilleruelo añade otros tres temas: la muerte propia, la conciencia artística y el nihilismo. No son temas discordantes sino complementarios puesto que irán apareciendo, de un modo u otro, a lo largo de su obra.

Formalmente, añade Fonollosa, los tres aspectos a destacar son el nombre de las calles, la simetría de las estrofas y el uso del endecasílabo blanco (métrica de 11 sílabas pero sin rima) lo que le permite una libertad de expresión cercana a la prosa.

El primer poema, «Rambla de Santa Mónica», expresa claramente la percepción de camino de huida que Fonollosa siente que ha sido su vida, No importa adónde vaya. En cualquier lado / hay sendas que conducen a otra parte. El poeta no tiene un lugar en el mundo donde sea acogido y del que no desee partir, su nihilismo le lleva a negar posibilidad al arraigo.

A Fonollosa no le importa mezclar estrofas de dos versos con estrofas de tres versos, sólo le importa la simetría que forman en el interior del poema. Así «Passeig de Gracia 3» comienza con dos estrofas de dos versos, continua con dos estrofas de tres versos y finaliza con dos estrofas de dos versos.

La primera estrofa afirma: Tienes que decidirte. Yo no puedo / ir dejando pasar todos los coches. Una de las estrofas centrales proclama: Es ahora la ocasión. Si tardas mucho, / acaso cuando llegue el beso tuyo / mi boca esté ocupada en otros labios. Y al final del poema vuelve, como en un bucle, al tema del comienzo: tienes que decidirte. En este instante. / El tiempo cuenta aprisa la existencia.

Fonollosa envío su manuscrito a editoriales, sin obtener respuesta, y a premios, sin suerte. En muchos de sus poemas se queja amargamente de la endogamia formado por editores-escritores-premios en el cual no está incluido; solo quien pertenezca a ese círculo tiene alguna posibilidad de ser publicado y reconocido, quienes no pertenecen a ese círculo solo les espera el silencio.

Hablando de la gloria literaria afirma: Alucinante. Siempre inaprensible / Odiada, más deseada ansiosamente (Carrer de Trafalgar 2). Una gloria que no alcanzo en vida, le amargó la vida, le llevó a reconcentrarse en sí mismo y en su obra, El ser más importante de este mundo /  soy yo. Lo ignoran todos todavía. / No se asombran si paso al lado de ellos. (Zeleste 15)

En 1951 marcha a Cuba, donde se estableció durante diez años.

Continuo escribiendo, construyendo su obra con poemas duros pero bellos, trabajando en el más absoluto anonimato literario. Desde Cuba viajaba con frecuencia a Nueva York, una ciudad que le marcó profundamente en su visión del mundo, dejando en sus poemas rastros de su desgarradura, de su rabia. Cuando decidió regresar, lo hizo con un buen puñado de poemas que aún eran esbozos de los poemas que añadiría a su obra «Ciudad del hombre»

Cuando regresa se encuentra con el mismo círculo literario endogámico, Somos los más. Los fuertes por número. No solo siente que es ignorado sino que también es excluido con mala fe, Y nos los repartimos. Este trozo / de honores y dinero para aquél. / Para éste y para mi prebendas… / Ocupamos los puestos importantes, (Plaça de Mossèn Jacint Verdaguer).

Por desgracia hoy en día continúa la misma situación en el mundo literario, es un pequeño grupo, una grupo de editores y escritores, que se reparten la publicación y los premios. Y el resto se queda fuera, sin reconocimiento, sin posibilidad de recibir una respuesta, The rest is silence como dice el príncipe Hamlet.

Otro de los temas que aparecen en numerosos poemas es la soledad, el amor o la falta de amor, el deseo, tienes que decidirte. En ese instante. / El tiempo cuenta aprisa la existencia (Passeig de Gràcia 3). A veces el deseo se convierte en urgencia amatoria, Debes corresponderme de algún modo. / No sirven por más tiempo las palabras. / Solo se puede amar de una manera.

Esa manera es la cercanía física del cuerpo de la amada, en un modo casi imprescindible, necesito obtener, poseer tu cuerpo: / esa dosis que viaja hacia mí mismo. (Plaça Reial 2).

Pero no siempre consigue sublimar su deseo y entonces llega la dura decepción, embustera emoción que me promete / deleites que transforma en dolor luego. (Rambla de Canaletes 5)

La vida para el poeta es continuo vivir en un mundo que no le gusta, con temor al fracaso o al desamor. Muchas veces deja caer las manos en signo de aceptación de la derrota, perdida toda esperanza. La eterna sensación de no encajar, de no gustar, el miedo al fracaso, la angustia, el desamor, toman forma de poema, de poema rabioso en un autor que, en esos momentos, desprende rencor en cada verso.

El reflejo del vencido, la aceptación de la derrota, la negación de toda esperanza. Y  desespero. Y vivo mil infiernos / hasta hallarte otra vez, en una esquina / o en el sórdido ambiente de algún antro. (Pla del Palau 3).

Sorprendente dos cantautores -Joan Manuel Serrat (1992) y Albert Pla (Supone Fonollosa, 1995)-ponen música a algunos de sus poemas, antes de que editores, crítica y los lectores lo reconozcan. Hay que agradecer a dos autores, opuestos musicalmente, que se dieran cuenta de la calidad de un poeta desconocido y prácticamente inédito, y apostaran por Fonollosa, casi un poeta maldito.

El poeta se siente asfixiado, encerrado por unas reglas concretas que hay que acatar o transgredir independientemente de la opinión propia, vigilado por una jerarquía de cargo, aunque de forma transitoria, No obstante hay buenos ratos, como aquellos / que enlazan a mujeres con los hombres. (Carrer del Consell de Cent). En este poema no sigue su norma de estrofas de 2 o 3 versos, sino que mezcla estrofas de 3 con las de 5 versos.

Cuando cae en el desánimo absoluto hace afirmaciones terribles, Amar es restregarse con un cuerpo / … / Comer es engullir descuartizados / … / Dormir es no existir conscientemente (Plaça de Catalunya 2). Aunque al final del poema se da así mismo una solución, Es innoble vivir. Pero en mi mano / está no ser cómplice más tiempo.

Es la soledad la que le oprime, se siente una persona sin propósito, No puedo estar tan solo. Hasta una llave / pertenece a la puerta que le esclaviza. En estrofas de 4 versos endecasílabos desarrolla esta idea, ante la soledad es preferible ser usado, dominado, deseo de tener un fin, una esperanza, Que a uno alguien le espera en algún sitio. (Carrer de Sant Vicenç).

La escritura le parece el ascenso a una cumbre que muy pocos consiguen alcanzar, Nos advirtieron: “De mil solo unos veinte / alcanzaran con gran dificultad / la penúltima cima de la fama. / Y de mil de esos veinte unicamente / llegará uno a la cúspide más alta”. (Carrer de L’Espaseria). El poeta supone que es uno de esos novecientos ochenta que nunca lo conseguirán, a pesar de ello siente en su interior que podría haber sido uno de los elegidos por la fortuna, Mas yo, no obstante, / sentía en mí – y aún siento- que tenía / que ser de los que llegan a la cumbre.

Aunque para el autor de esta reseña la prostitución es un éticamente rechazable, no se puede ocultar que Fonollosa es un usuario de este tráfico comercial durante su vida en Barcelona e inevitablemente aparece en sus poemas. Su obsesión no es poder, dinero, o fama. / Estos son solo los medios que él estima / necesarios  al fin de obtener hembras. / Lo único que en verdad le importa es sexo. (Plaça Comercial). No se puede decir más crudamente, sin ningún tipo de ningún eufemismo.

Lo cual no le impide hablar del amor en el siguiente poema, Estuve mucho tiempo equivocado / por culpa de experiencias desdichadas. No es una excusa por el anterior poema sino la manifestación de haber sido miserable o desgraciado mientras espera llegar a ser un día amado por una mujer, Y ahora que vuelvo a estar enamorado / las miro con afecto y me sonríen, / cual si ambos un secreto compartiéramos. (Carrer de Roger de Flor).

Mas el desánimo, la falta de sentido de la vida, vuelven una y otra vez, Nada tiene sentido. Estoy cansado / de esforzarme por cosas que han perdido / interés. Ya no ansío obtenerlas. (Carrer de Vila i Vilà 1). Todo le hastía, sean las mujeres o los amigos, sea la naturaleza o el sistema solar, está cansado de este eterno retorno, de esta repetición de hechos y caminos sin salida, Como yo. Como todos lo humano.

En el último poema del libro (Carrer de Pelai 3) comienza afirmando que está preparado para el gran circo de la promoción, presentación, entrevistas, etc. Tengo ya preparadas las respuestas / para la entrevistas periodísticas. Se permite ironizar sobre su postura ante el público, e incluso redactados ya los textos, / muy agudos de las dedicatorias. Tiene preparadas metáforas, síntesis, postura corporal, tono de voz, etc. Todo está preparado. Todo a punto. / Puede empezar, pues, a escribir mi libro.

Fonollosa muere el 7 de octubre de 1991 en Barcelona. Ese día había quedado con una amiga pero no presentó a la cita. La mujer tuvo un mal presentimiento y llamó a la policía para entrar en la casa del poeta. El presentimiento era cierto, los agentes le informaron que Fonollosa había muerto, probablemente de un infarto. Dice la leyenda que en su mesa de trabajo, en la maquina de escribir, aún en el rodillo, junto a varios borradores y un esbozo de testamento a lápiz, se encontró el poema No a la transmigración en otra especie.

Mientras Maribel Parcerisas, sobrina del poeta, cuenta el hallazgo del poema de otra manera: «su versión definitiva estaba junto a varios borradores, entre periódicos, correspondencia y un esbozo de testamento a lápiz…».

Este poema aparece en la portada de «Ciudad del Hombre: Barcelona», además de incluirse en la apertura de la antología, un poema sin título, No a la transmigración en otra especie. / No a la post vida, ni en cielo ni en infierno. El poeta expresa su hartazgo por esta vida rechazando cualquier creencia que suponga un más allá, un paraíso después de la muerte. La vida solo le dejó amargura, rechazo, desconocimiento, el poeta parece exhausto, Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

Este último texto escrito o esbozado, No a la transmigración, puede actuar como testamento literario, despedida de la vida, manifiesto de su comprensión del “estado de las cosas”; el poeta se manifiesta incapaz de creer en nada ni en nadie, humano o divino. Su apuesta es por el «no ser».

No a la transmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad.

No a un más allá, ni aun siendo el paraíso
reservado a islamitas, con beldades
que un libro garantiza siempre vírgenes.

Porque esos son los juegos para ingenuos
en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser. A lo seguro.

Rechaza otro existir, tras consumida
mi ración de este guiso indigerible.
Otra vez, no. Una vez ya es demasiado.

 

Cuando en 1996 se publica íntegramente «Ciudad del hombre», Juan Bonilla  escribe una reseña (El Mundo. 11/05/2016):

«Por raro que suene, uno de los grandes libros de la poesía española del siglo XX no había sido publicado íntegro hasta ahora. Se trata de Ciudad del hombre, de José María Fonollosa, cuya singladura editorial ya lo particularizaría con independencia de su insólita personalidad.

Fonollosa, autor de unos cuantos títulos casi invisibles, dos de ellos publicados en los años 40 en España y otros dos en los 50 en Cuba, justo cuando empezaba aquí la renovación que traerían los jóvenes de la Generación del 50, decidió, ante la imposibilidad de publicar nuevamente, componer un libro monumental que conocería distintos avatares.

El fracaso lo llevó a trabajar su libro en soledad, aumentarlo pacientemente según un esquema en el que «la ciudad» protagonista del libro, hablaría con múltiples voces como si el poeta fuera solo el oído de un caminante que caza en cada calle de su largo paseo el fragmento de un soliloquio, una reflexión, una declaración, un lamento que el caminante hará suyo.»

 

Reseña: Enrique Arias Beaskoetxea

Obra: Ciudad del Hombre: Barcelona, de Jose María Fonollosa, DVD ediciones, 1996.

 

Enrique Arias Beaskoetxea (Bilbao, 1958) tiene varios poemarios publicados en revistas digitales de literatura de España (Cervantes VirtualPoemaria y 3D3) Francia (Revue d’art et de littérature, musique). Sus poemas se han publicado en revistas de España (Ágora, De Sur a Sur, 3D3 y El Gato Negro), Colombia (Túnel de letras), Venezuela (Letralia y Alborismos), Uruguay (Casapais)  y Estados Unidos (Furman217 , Vuela Palabra y Baquiana). Ha publicado reseñas literarias en revistas de España (De Sur a SurGaleradas, y Odisea cultural) y Colombia (Noche Laberinto). Tiene los siguientes libros publicados: La lejanía de las cosas (Ápeiron Ediciones, 2017), Visible-Invisible (Editorial maLuma, 2017), Un mundo, una atmósfera (Ediciones Ruser, 2019) y Condición terrenal (Editorial Literarte, 2019). Escribe en el blog “Alfabeto” y cuenta con la web de autor  https://enriquearbe.wordpress.com/ y la página “Espace d’auteurs. RAL, M” (http://www.lechasseurabstrait.com/revue/spip.php?rubrique1253) 

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