«Radical Libre» de Eduardo Chicharro, por Iván Humanes

Radical libre, Eduardo Chicharro

Texto leído en la presentación del libro Radical Libre, de Eduardo Chicharro, publicado por la editorial Libros del Innombrable.

Presentación que se celebró el 21 de septiembre de 2017 en la librería Alibri (Barcelona) y donde expusieron Raúl Herrero, Jaume Pont, Eduardo Chicharro y el autor de este texto, Iván Humanes.

 

Harry Haller se quita el abrigo mojado, se sienta en la butaca del cine y se pone las gafas. En el folleto de feria que tiene en sus manos, un título: Lobo estepario. Quiere escribir, en ese cine de extrarradio desierto y desde la zona oscura que habita, su manifiesto inmanifestado Radical Libre. Harry, que desea ser escritor y expresa cierta disconformidad con la vida, se pregunta por la imagen del protagonista de su novela-manifiesto. ¿Tendrá un bigotito de escritor? Ese bigotito del que nadie se pregunta y que todo aquel, y preferiblemente hombre, se deja cuando ha publicado unos cuántos libros en editoriales. Y se dice que esta vez sí y que va a ser el gran libro, que ya han pasado otros tiempos y que todo escritor necesita progresar en la escritura como todo labio de intelectual necesita su bigotito. “Hacia atrás no conduce, en suma, ninguna senda, ni hacia el lobo ni hacia el niño”. Harry, que a todas ya es nuestro escritor, saca una libreta minúscula y especula, desde su butaca, con las siguientes notas:

Tractatus Radical, titula.

A.

Para trascender y aspirar a la inmortalidad hay que sumarse a la idea de lo radical y lo libre. Pues, ¿qué hace en la vida un lobo estepario que pretende ser escritor sin su porción de radicalidad? Las matemáticas ayudan. Traza unos cuántos números para suponer que si su nombre crece con publicaciones, y eso a la vez supone que genere más y más, en breve podrá buscar su nombre en el Google sin pudor alguno. Eludirá entonces la invisibilidad.

-Jamás fui a la guerra pero soy capaz de resolver estas cuestiones sin problema- se convence para sí.

Y luego está el asunto de la metaliteratura. O de lo post-. El cómo lo escribe dentro de la propia novela, o panfleto, o quizás poema pero con imagen de narración, o de huevo frito. Progresar a las formas, deformar, construir la seña de identidad. He ahí la modernidad más actual. Aunque quizás debería rechazar este último punto, en base al apartado F que más tarde desarrollará. Porque, en el fondo, ¿de qué le valdrá ser un escritor radical y libre si nadie le aclamará? Si nadie querrá publicarle, si nadie nadie nadie nadie.

B.

Recuerda de memoria un párrafo del primer manifiesto postista:

“El Postismo es, no esencialmente, sino especialmente un post-surrealismo, y en buena parte un post-expresionismo. Pero es también um post-dadaísmo. En mínima parte, un post-cubismo. Mientras tan sólo históricamente es un post-ultraísmo, um post-futurismo, un post-realismo, etc. Es, pues, por descendencia, o por parelelismo, o por oposición, o sencillamente por sucesión histórica o cronológica, un verdadero postismo”.
Harry rescata el postismo. El postismo estuvo solo. Se mantuvo al margen. Por más que fue el movimiento español que asumió la revisión de la vanguardia europea de la época. Se sabe generación de transición. Él pertenece, como nosotros, a una generación transición. ¿Perdida? El despertar de lo radical, contemporáneo, se dio en los cuarenta, se rescató en los setenta. ¿Y ahora? “¿Y ahora?”, se pregunta en alto. En la sala de cine no hay nadie más. No hay proyección. Él está en platea, y a la vez presiente que tras la pantalla. Anota: somos una generación de transición entre el antiguo modelo y lo que está por venir. No somos nada. Pero a la vez lo somos todo. Somos la conexión vital entre lo que fue y lo que será. Entre la libertad radical y la radical libertad. Nuestra tarea, y lo hace blandiendo en mano el manifiesto, nuestra tarea es ser Hermes, Mercurio, mensajero de los antiguos dioses. Y mientras tanto debemos de ocuparnos de rescatar manifestaciones calladas, silenciadas, vituperadas, envidiadas. Y lo debemos hacer hacia el futuro sin pensar en el futuro. “Vaya, esto parece complicado”, suelta Harry mientras regresa al asiento y acaricia su bigotito.
El lobo debe garabatear con rabia, y tiene que procurar que la novedad se le pegue a la suela del zapato, caminar a su ritmo. Harry sabe que unir todas las disciplinas posibles hará al lobo más fuerte, veloz, sus dientes podrán presumirse entre las portadas de los libros venideros. ¿Pero eso hará al escritor más famoso? Seguir viviendo, pero con las dos naturalezas, la humana y la lobuna. Ya sabe que Hesse cree que todo hombre es hijo de la divinidad, y por lo tanto inmortal, y más aún si el punto A, como bien ha escrito nuestro Haller, se lleva a cabo con todas las consecuencias. Pero “la mayoría practica con estilismo de puritano y son expertos en el arte de nadar y guardar la ropa”, escribe. Pájaro en la nieve.

C.

“Allí estaba el viejo Goethe…”, leyó Harry en el aire. Goethe como un tipo encorvado. La naturaleza ya no le quiere y le devuelve viejo a la vida, ni siquiera distingue los colores, pese a que en su momento escribió un ensayo sobre los mismos. Ahora el color está en la mirada de Harry. Y claro, convencer a los editores que ese color misterioso está ahí mismo, en lo que escribe y no en Goethe, propiamente en su literatura, se le antoja como lo más complicado en su tarea. Así que se propone comprar una agenda para no evitar los eventos literarios, como hasta ahora, sino para acudir al mayor número posible. Lo que más preocupa a nuestro Harry son los canapés. “Rechazar patés, sobrasada y cremas de leche. Optar por los vegetales y el queso fresco”, escribe. Y no le falta razón, todo buen escritor-oveja debe cuidar su estómago, dado que por ende cuidará su imagen de escritor y evitará ser tan viejo como lo es ahora Goethe. Sigue sin entrar nadie en la sala. Se levanta. Intenta contenerse. No puede. ¿Es lobo, o bien oveja? Y grita lo que exclamó Chicharro al final de su manifiesto: “¡Qué solos vamos a estar, pero qué bien! “ El filtro ideológico excomulgó al postimo. La ideología es veneno, muerte. Pero quedan las grietas. Por más que en su momento fuesen cubiertas de cal, prohibidas las revistas Postismo y La Cerbatana, pese a eso se dice Haller, pese a la intolerancia del poder, pese a la ignorancia del poder, SIEMPRE QUEDAN LAS GRIETAS. La ruptura temporal, la enumeración caótica, el culto del retruécano, rasgos estilísticos de la poseía postista. Las patitas de la sombra.

D.

El Postismo fue precursor. Es la libertad de los esquemas conocidos. Es peligroso. Guarda sentido ético. El lenguaje libera el pensamiento. Música celestial, de Eduardo Chicharro es ejemplo: la imaginación es el vehículo, ahí está recogido el Postismo. Pensamiento libre, alteración del orden natural de las cosas, originalidad en las imágnenes, soñar mejor que meditar y la bondad, la bondad es en lo poco que podemos creer. ¿Cómo lo han hecho otros? ¿Debo acudir a Hemingway? A Harry le fascina la teoría del iceberg de Hemingway. Aludir más que decir. Que del iceberg se vea la punta tan sólo y no la base. Todo lo demás sería demasiado volumen para una historia. Y le da miedo, pues sabe que las historias más vendidas son aquéllas que funden el iceberg, o bien lo dejan al descubierto en su totalidad. Y de punta ni témpano de hielo nada. Si acaso glaciar continental. Océano ártico, iceberg bien hundido. O a flote. Harry cuida los detalles y quiere que lo que se hunda sea ese témpano, no él. Nada de Robert Walser y luego aparecer muerto tras los pasos, en la nieve, ni de pies atados con una viga de hierro y ser pasto de las profundidades (¿quiere ser él otro maldito?). De hecho, en el saber flotar está el secreto. ¿Quién quiere flotar con Pennywayse? Algo de vello púbico y violencia, no demasiado humor dado que el lector burgués no suele comprenderlo. Harry es un cúmulo de contradicciones. “¿Y tú, eres lobo o eres oveja?,” se pregunta.

E.

Escribe su decálogo.
Diez propósitos guían al lobo: leer, redactar, vivir, comer, follar si se puede, Coca-cola, picadura de tabaco, seguir leyendo, más escritura, procurar no follar mientras se lee o se escribe.
Pero si el lobo quiere ser escritor de éxito, los diez se reducen a uno solo: promoción.
Pero si el lobo quiere ser honesto, los diez se reducen a uno solo: libertad. Y, siguiendo com los principios postistas: imaginación, juego, humor, control técnico, contra prejuicios, a favor de lo sensorial.

F.

En literatura no hay nada escrito. Lo sabe porque se documentó en el decálogo de Monterrosso para escribir el suyo. Así es más fácil partir de cero. Y si no hay nada escrito nadie le impide escribir El Quijote, Madame Bovary o Ulises. Reinterpretarlo. Malearlos, acostarse con ellos. Rechaza esa conclusión. Hoy en día ni una ni otra obra sería publicable. ¿Y quién habla de presentarse con esas lápidas a un premio literario? A la oveja-hombre-escritor-de-éxito que quiera trascender se le recomienda tratar a los demás como idiotas; siempre se ha mantenido que superan de forma desproporcionada a los otros, los casi idiotas. Luego está la verdad, lo radicalmente libre: manifestaciones como el postismo, esto es, en suma, la experimentación lúdica, la transformación del lenguaje, el juego de la musicalidad, el culto del disparate, la lógica del aburdo. Y cita un par de versos de un poema de Chicharro: “desaparejar lo antiguo que apareja / mi pensamiento aquí entre ceja y ceja / hasta alcanzar la fuerza del gimnoto”. Sabiduría intuitiva y desenfrenada. Explorar ritmos. El juego como técnica base. Todo eso es postismo. Música celestial. Cartas de noche. Plurilingüe lengua.

G.

Harry introduce una cita a su manifiesto-novela: “La maravilla no se puede producir sino por medio de la imaginación”, Eduardo Chicharro. Supremacía de la imaginación.

H.

Tacha esa frase, prefiere lo que en otra ocasión escribe Chicharro: “No hay cosas bellas- a no ser las naturales –si no hay dificultad en la creación”. Sabe qué sucedió con el Postismo. Teme que no se le reconozca. Teme ser postergado. Chicharro no publicó ningún libro en vida. Escribía, escribía, escribiía. Imaginaba. Forjaba el verdadero movimiento de vanguardia en España, solo. Con un par de amigos, dos, tres, da igual. Y por convicción. El postismo se hallaba en el pasado, injertado en El Bosco, El Quijote, Baltasar Gracián, en los juegos barrocos, la polisemia, y se proyectaba hacia delante y adelantándose a manifestaciones como el OULIPO de los sesenta, entre otras. Pero en esta de manera evidentísima: el Taller de literatura potencial de Queneau buscaba formas y nuevas estructuras para utilizarse al antojo de los escritores, las matemáticas y la literatura, libertad y juego fonético, combinativo, semántico, fractal… como practica ya el Postismo a mediados de los cuarenta. Fernando Arrabal, también, bebió de la fuente (fecunda) del postismo. Evidentemente, Francisco Nieva. Harry recuerda que el profesor Jaume Pont, al que le gustaría conocer, reseñó una experiencia de Nieva donde se galvanizaba la estimulación psicofisiológica del subconsdiente y el automatismo de la escritura surrealista, puro postismo, la reproduce de memoria, espejo y laberinto:
“Hacíamos mi hermano y yo experimentos de inspiración automática con Carlos Edmundo de Ory. Le vendábamos los ojos, le pasábamos frías cuchillas de afeitar por la cara, le dábamos de comer cosas irreconocibles – por ejemplo, harina tostada sin azúcar, sal y canela-, le leíamos trozos del diccionario ideológico de Casares o le rezábamos el padrenuestro al revés. Ory iba escribiendo lo que tales impresiones le suscitaban y le salían sorprendentes”.
Azar y juego. Azar y juego. El postismo, como señaló Nieva, además de ismo fue um UMBRAL, más que una meta un descubrimiento, una teoría ecléctica, antidogmática y versátil dentro de su estétiva verdaderamente radical. Eduardo Chicharro fue el teórico del postismo.
Por cierto que Arrabal desmiembra los elementos de su movimiento pánico en AZAR, MEMORIA Y CONFUSIÓN.

I.

Escritor lobo VS escritor oveja. Harry ahora no escribe, piensa y se dice: si pudiera conocer al hijo de Eduardo Chicharro, le preguntaría: ¿Era consciente su padre de su trascendencia? Pese al orden literario imperante, Garcilasos y franquistas de pro, ¿por qué continuaba?

J.

¿Podrá existir una literatura que se “abstraiga” de la realidad clásica? ¿Del engaño de la realidad evidente sin merecer la guillotina de los popes? Así: “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”, como apuntó Wittgenstein en su Tractatus. Si es que hay límites, medita Haller. Los límites de mi literatura son los límites de mi capacidad. Lo místico está íntimamente relacionado con lo cuántico: a través de todas las posibilidades yo llego a conocerme, yo elijo el destino conscientemente, yo puedo ver todas las líneas de posibilidades. No desecho nada. Sólo el reduccionismo a la línea recta puede cortar mi camino. En la mitología china, el Ying y el Yang actúan para crear el universo. En el principio fue el Caos. A este hipotético orden le precedió el desorden, así: este orden es hijo del desorden. La literatura tendría que aspirar al desorden. Al inicio de los tiempos. A su esencia. En el panorama literario actual la calificación de la buena o mala literatura solo puede darse, en pureza, una vez salvado el engaño. El engaño está presente. Por interés comercial o por interés personal o de grupo, el engaño oculta el calificativo justo de una obra literaria. Como la propiedad de la única fórmula literaria válida oculta otras opciones igual de válidas. El orden se viste de libro. Pero la confusión es el motor del universo y de la literatura. Sabe que Bartleby mira por la ventana y no se desespera. El escritor paciente y libre mira a la hoja en blanco y no se desespera. La hoja es el desierto tártaro. Haller sabe que “su momento” llegará. Y todos tendremos que decidir: o libertad o muerte.

K.

Pese a todos los puntos anteriores, Harry debe comenzar, al menos unas líneas para que vean que puede hacer algo que llegue. Sabe que Vila-Matas llegó a decir que “la trama es una vulgaridad burguesa”, pero eso le importa si acaso al lobo, de ninguna forma a un oveja con aspiración de autor. Par a los postistas el tema no debe ser necesariamente el principal elemento, lo dijo Chicharro. ¿Y cómo debe hacerlo? ¿Qué camino tomar? Quizás alguna frase de otro autor le valga, es lo suelen aconsejar en momentos de bloqueo. O eso o música Chill Out, o quizás algo de droga, pero blanda. Probablemente un ligero plagio aumente las posibilidades.
Se lanza al vacío y escribe:
Harry Haller se quitó el abrigo mojado, se sentó en la butaca del cine y se puso las gafas. En el folleto de feria que tenía en sus manos, un título: Lobo estepario. No para cualquiera. Quería esciribr, en ese cine de extrarradio desierto y en la zona oscura que habitaba, su manifiesto inmanifestado Radical Libre.”

-¿Y tú, el que escucha atentamente ahora, por qué te has dejado ese bigotito? –pregunta Haller levantando la cabeza.
-Pura metaliteratura; postismo o muerte -le responde Raúl Herrero.

 

Texto de Iván Humanes leído en la presentación del libro Radical Libre, de Eduardo Chicharro, publicado por la editorial Libros del Innombrable.

Radical libre (Antología poética 1944-1960), de Eduardo Chicharro, edición de Jaume Pont, Libros del Innombrable,  2017.

Radical libre Eduardo Chicharro

 

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