«Memorias del niño Toni»: La inagotable herencia de Chebé, por Marcos Callau

Corría el año 2015 y corríamos nosotros en círculos inacabables por las inhóspitas circunvalaciones de la M30 cuando, a lomos de un viejo Volvo rojo medio mareado, buscábamos sin éxito la salida hacia Majadahonda. Raúl Herrero y yo nos aventurábamos en tan desenfrenada aventura para conseguir entrevistar a Antonio Chicharro Papiri (el niño Toni), hijo del escritor, artista y padre del postismo, Eduardo Chicharro Briones (Chebé).

El objeto era recoger el testimonio fundamental de alguien que había vivido en sus carnes y de primera mano este movimiento estético al que dedicábamos un amplio dossier en el segundo número de «El eco de los libres». Pasados exactamente ocho años de tal experiencia, recibo al fin, con satisfacción y regodeo, las memorias del niño Toni, editadas por Raúl Herrero en Libros del Innombrable, un volumen imprescindible que viene a hacer justicia, fundamentalmente, al postismo, a su «pope» Eduardo Chicharro y a dejar también constancia y testimonio vital sobre la que fue nombrada musa de este movimiento, Nanda Papiri, madre del niño Toni y esposa de Chebé.

El niño Toni, a mediados de los años cuarenta del pasado siglo XX y sin haber cumplido diez años, participó con sus dibujos en exposiciones y publicaciones postistas. Ahora resurge entre la niebla para regalarnos su historia que también es la de su familia.

Chicharro Odisea Cultural
Antonio Chicharro (izq.) y Marcos Callau (dcha.)

Las memorias del niño Toni también son un retrato personal de una España ajena y un Madrid de posguerra donde la honestidad y la decencia cohabitan sin pudor con todo aquello que es sórdido y ruin; un relato que discurre entre imponentes personalidades propias de la época, especímenes de baja catadura moral y personajes de la cultura que van desde Salvador Dalí a Antonio López, pasando por Sara Montiel y por supuesto, Francisco Nieva cuya relación de amistad con Chebé lo convierten justamente en uno de los nombres con mayor peso en la narración. De hecho es suya la frase «Chicharro representaba en su época un lujo que España no se podía permitir.»

Por supuesto, el postismo planea sobre toda la biografía del niño Toni desde que empieza a tener uso de razón en la inolvidable y feliz infancia de Roma. Italia es una dicha lumínica que aparece en estas memorias casi como una ensoñación y una patria robada, usurpada por la Falange, que obligó el traslado de la familia a un Madrid triste y gris donde lo grotesco parecía natural. Pero el planeo del postismo, como decía, se desarrolla como el vuelo de un ave sanadora que, entre luces y sombras, permite al niño Toni olvidar, de vez en cuándo, el tedio y la mediocridad de la España de la dictadura, para sumergirse en un mundo lúdico y mágico donde todo sería posible.

La personalidad y el tesón postista de Chebé, a lo largo de su vida, marcarán de manera determinante la existencia del niño Toni que solo cuando asiste a la temprana ocultación de su padre, cae en la completa desorientación, al igual que el resto de la familia. Pero Antonio Chicharro es el testigo fundamental de la historia, asistiendo a las primeras reuniones y a la fundación del postismo con su padre, Silvano Sernesi y Carlos Edmundo de Ory, triada a la que se fueron sumando Ángel Crespo, Gabino Alejandro Carriedo, Francisco Nieva y un etcétera, si no muy largo sí fluctuante y que, fundamentalmente, llega hasta nuestros días donde todavía se publican poemarios filopostistas que continúan la línea marcada por Eduardo Chicharro.

Durante el libro, el niño Toni recuerda, por ejemplo, a la Telefónica tragándose un clavo o a un viandante sin cabeza caminando por la Gran Vía. También relata la vida de un hombrecillo que, para exiliarse, construye una pequeña casita en el comedor del gran piso donde solía vivir con su familia. Como colofón postista, rememora a su padre, ya casi al final de su vida, escribiendo en su mesa, con abrigo, sombrero y el gato Picarras sobre los hombros, como había hecho siempre pero en aquella ocasión, para terminar la última novela que escribiría por encargo de Francisco Nieva: «El pájaro en la nieve».

Nanda Papiri, por supuesto, estuvo desde el primer instante y yo diría que en la génesis y el momento anterior al nacimiento del postismo. Ella era su musa, así que también fue postista como atestiguan sus dibujos y obras pictóricas muchas de las cuáles ilustran este libro de memorias. El niño Toni deja constancia de la presencia de su madre en este movimiento estético y de la trascendencia que hubiera podido tener como artista, recordando una anécdota en la que Salvador Dalí ensalza la obra de la italiana, dejando su opinión escrita y firmada en un documento que se incluye también en este libro. Dalí pidió permiso a Eduardo Chicharro para completar una de sus obras de gran tamaño en el estudio que el artista tenía en el madrileño Pasaje de la Alhambra. Es así como el pintor de Figueras conoce los dibujos y la obra de Nanda Papiri. Corría el año 1956.

A lo largo de la biografía asistimos a momentos realmente duros, propiciados muchos por una época triste y absurda, pero también anécdotas delirantes y días luminosos que, aunque son menos, suelen coincidir con los traslados de la familia a Ávila para huir del soporífero verano madrileño y el ritmo que ya entonces imponía la ciudad. Con los estíos abulenses, la familia parece recuperar las primeras y gozosas vacaciones en los Abruzos, cuando la vida en Italia todavía conformaba un escenario perfecto para una buena obra.

Además de la presencia de Chebé, como eje central de la biografía, es necesario recordar que las memorias pertenecen al niño Toni y es por ello también que nos brinda la oportunidad de conocer su experiencia en los primeros años de escuela como escolapio, posteriormente como estudiante de Medicina y finalmente, en un giro irónico de la historia, como marchante de Arte.

Como no podía ser de otra manera y estando a vueltas con un movimiento estético, el aspecto de la edición de «Memorias del niño Toni» es espléndido. La cubierta es un lienzo asombroso donde Chebé aparece delante de una diana, tensando el arco. Esta pintura es obra de Eduardo Chicharro y Agüera, el nonno, discípulo de Sorolla, pintor de la corte de Alfonso XIII y director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, condición esta última que inicia el idilio de la familia con Italia. En el interior del libro encontramos obra pictórica también de Eduardo Chicharro Briones, de Nanda Papiri y deliciosas fotografías de la época.

El aspecto de Chebé como artista plástico también se reivindica a lo largo del libro. Para comprender su categoría como pintor bastaría revisar sus obras. También es un hecho considerable que, durante sus largos años como maestro, Antonio López fuera discípulo suyo, guardando en la actualidad un grato recuerdo de las clases que éste impartía en el Pasaje Alhambra. El magisterio que ejercía Chebé, tanto en literatura como en pintura, también es una constante a lo largo de estas memorias y un hecho reconocido por sus discípulos.

En definitiva, «Memorias del niño Toni» resulta un libro fundamental para recordar una vez más el movimiento vanguardista más emblemático que se produjo en España y que la dictadura del régimen franquista censuró nada más nacer. Para rememorar convenientemente la trascendencia de Chebé, Eduardo Chicharro Briones, como escritor y artista plástico, así como la de su esposa, Nanda Papiri.

Gracias, niño Toni, por regalarnos esta experiencia vital y no dejar morir el recuerdo de unas voces que muchos otros han querido silenciar.

 

Reseña: Marcos Callau Vicente (Reseña publicada en la revista zaragozana El Eco de los Libres)

Obra: Memorias del niño Toni, Libros del Innombrable, 2022.

 

Marcos Callau Vicente (Zaragoza, 1981). Es socio fundador del Ateneo Jaqués, asociación de la que ocupa cargo en su junta directiva como vicepresidente. Colabora actualmente en el semanario El Pirineo Aragonés, la revista Jacetania y en revistas digitales especializadas en cine como Cineuá o La caja de Pandora. Dirige la revista del Ateneo Jaqués El eco de los libres. Es autor de los poemarios Concierzo de viento (Chiado 2013), La ciudad desnuda (Cordelería ilustrada, 2013), y la colección de relatos Jazzmen (Cartonerita niña bonita, 2012) sus textos han aparecido en  diversas antologías literarias. Es administrador de un blog especializado en Frank Sinatra y de su propio blog “El tiempo detenido”

 

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