PALABRA DE ARGONAUTA – José Ángel Barrueco

Regresamos a nuestra sección de narrativa española contemporánea. Para este mes de octubre, hemos seleccionado para Palabra de Argonauta un relato inédito de José Ángel Barrueco (Zamora, 1972). En el apartado fotográfico, volvemos a contar con Gema Albornoz (Córdoba, 1979). Al final de esta entrada, se exponen las bases para participar en esta sección de Odisea Cultural y también para colaborar en la segunda entrada especial de microrrelatos. Sin más, queridos lectores, disfrutad del texto del narrador zamorano.

EL CINÉFILO

X es un hombre cansado de vivir, un hombre que decide suicidarse una tarde de 19__. Viudo reciente, misántropo incorregible y buscador de soledades, X es incapaz de establecer relaciones amistosas y sentimentales con otras personas. Su única pasión conocida es el cine. Tras la muerte de su mujer sólo le resta entregarse a las películas como método para sobrellevar el tiempo sin ella. X ya no trabaja. Está deprimido y ha heredado de su esposa el dinero suficiente para no dar golpe.

Sin más demora, la tarde de su decisión empieza con los preparativos: una caja de pastillas, una carta sin destinatario y un documento en el que ruega que incineren su cuerpo. Por la mañana ha comprado el periódico y, antes de ingerir el fármaco, echa un vistazo al diario; casi por aburrimiento o por costumbre, como quien mira la tele para matar el rato. En las páginas de cultura, sus ojos encuentran la cartelera. La estudia con leve curiosidad. Ese mismo día estrenan la última película de Francis Ford Coppola: El padrino, 2ª parte. X sopesa ese giro inesperado del azar: “Es cierto, no lo recordaba: hoy es el estreno… ¿cómo voy a marcharme de este mundo sin conocer el destino de Michael Corleone?”.

X aplaza el suicidio y acude al cine esa misma noche. Vive en Nueva York, por lo que no encuentra problemas para asistir a salas próximas a casa y con proyección de calidad. Al salir de ver la película se siente más vivo que nunca y, en la cama, conversa con una fotografía de su mujer: “Ah, querida Y, no imaginarías lo que les ha pasado a Michael y a Fredo y a toda la familia. Pero no te preocupes, que ahora te lo cuento”.

El estreno logra que postergue unos días su decisión.

Una semana más tarde, estudiando con remordimiento la cartelera, observa que también ponen Tiburón, dirigida por una joven promesa: Steven Spielberg. X siente ganas de meterse en el cine, y un ansia terrible de averiguar cómo puede aterrorizarnos un cineasta de menos de treinta años con una cámara, un barco y un tiburón de goma. Finalmente valora que hay más días para irse de este mundo y que tampoco importa demasiado otro aplazamiento, y se marcha en busca de una sala.

Los 70, para X, transcurren muy deprisa, en un suspiro. Sin proponérselo, casi sin plantearse que la vida prosigue, va tirando para adelante, como suele decirse, vivo pero medio sonámbulo, y, cada vez que opta por el suicidio, estrenan alguna película cuyo visionado le parece obligatorio. Largometrajes de Sidney Lumet, Sam Peckinpah, Ingmar Bergman, Luis Buñuel, Federico Fellini, Stanley Kubrick, Martin Scorsese, John Huston, Akira Kurosawa… Los grandes. Los maestros. Y los vanguardistas.

Cuando entra en los 80, X considera llegado el momento. No cree que la nueva década traiga historias atractivas, ni que el cine se reactive a sí mismo. Las películas parecen compendios de efectos visuales. X, sin embargo, acude a ver Los Goonies, por morbo y por curiosidad. Le gusta. Sale colmado de energía tras recuperar ese tópico: el perfume de la aventura. Y se aficiona a esas fastuosas producciones, casi todas auspiciadas por Spielberg y su factoría de sueños: Gremlins, El secreto de la pirámide, En busca del arca perdida y su secuela, Atrapado en el tiempo, Cristal Oscuro, Regreso al futuro, Terminator…

Un día tras otro, una semana tras otra, X anula su decisión. Y consume cine. No se pierde un filme, el dinero le alcanza para ello, y para vivir sin ahogos. Asiste a cada estreno proyectado en la pantalla grande, aunque a priori parezca un bodrio. La carta de despedida está escrita desde hace años, pero cada semana tacha unas palabras y añade otras, mejora la prosa, sustituye algunos sinónimos. Se dice: “Basta de ficciones. Debo ingerir esas pastillas y marcharme. Ella me espera al otro lado. No tiene sentido seguir postergándolo. ¿Qué hago aquí, en la vida, sin Y?”

X, no obstante, no se suicida. Siempre lo aplaza para mañana. Siempre pospone los planes. Siempre se le cruza un estreno, o una reposición de lujo, o una secuela que necesita ver aunque no le satisfaga. Es como un Bartleby del suicidio. Pero él piensa: “Preferiría aplazarlo”. Porque sí quiere hacerlo, sí desea suicidarse: pero será otro día, cuando no haya estrenos que le atraigan al cine como una abeja en pos de una flor.

En los 90 sucede lo mismo. Y también a principios del siglo XXI. Más películas. Más directores nuevos. Maestros que ya no dan la talla o que se reinventan a sí mismos. Siempre hay algo que ver. A los viejos talentos les sustituyen las nuevas promesas: Quentin Tarantino, Wes Anderson, Paul Thomas Anderson, Kathryn Bigelow, Darren Aronofsky, Sofia Coppola, Christopher Nolan, David Fincher… Sin olvidar la muerte de Michael Corleone, que presencia en 1990.

X, para entonces, es un hombre agotado, cansadísimo de resistir. Siempre dispuesto, sin embargo, para meterse en el cine y recuperar la vitalidad. No suele reparar en que lleva muchos años posponiendo su suicidio. Mañana. Será mañana. Y ese mañana nunca llega.

En las navidades de 2009 nieva en Nueva York. El temporal sacude la ciudad. En la prensa afirman que se trata de la mayor tormenta de nieve que ha azotado a los neoyorquinos desde 2003. Las calles resplandecen de blanco y las luces y los neones de los edificios empujan a sus habitantes a soñar de nuevo. A X le parece fascinante porque le recuerda a alguna película. Al igual que otros años, esta Navidad también va a pasarla solo. Los pocos familiares que le quedan viven lejos, allá en España. Siguiendo con el tópico, un tópico que resulta ser cierto, durante las navidades aún añora más a su mujer. Los sacerdotes hablan siempre de una silla vacía en Nochebuena y en Acción de Gracias. Para él, ese hueco habita en cada rincón: una silla vacía, una butaca vacía, un lado de la cama vacío, un asiento del coche vacío…

Una de esas noches navideñas de 2009, una noche de luces, nieve y añoranzas, X entra a ver Avatar, que se ha estrenado unos días atrás. También ha pospuesto este estreno. No sabe si le gustará. Para empezar, hay que ponerse unas gafas. X cree que culmina una etapa. Ronda los noventa años y ha vivido el auge del cine mudo, el advenimiento del sonoro, el impacto de los efectos especiales y de los personajes fabricados por ordenador y, ahora, la revolución del auténtico 3-D.

Compra una entrada, camina con esfuerzo hasta su butaca, se coloca las gafas y empieza la proyección.

El escenario exterior lo conforman las calles cuajadas de nieve, los niños que cantan villancicos mientras arrojan bolas blancas de hielo, los alcohólicos rehabilitados que han obtenido un empleo vistiéndose de Santa Claus, las parejas que se abrazan y se sonríen, las familias que echan en falta a quienes se fueron, los hombres y las mujeres que se arrojan desde lo alto de los rascacielos para clausurar su rumbo, las masas que atoran los comercios para salir con regalos envueltos bajo los brazos, los tipos que se deprimen porque no han encontrado una vacante, los mendigos que pasan frío, los jóvenes que salen a beberse toda la cerveza de los pubs… Navidad.

En el cine, en una butaca con fragancia a tela vieja impregnada de ambientador de pino, con media cara oculta tras unas gafas especiales para la visión de las películas rodadas en 3-D, hay un hombre viejo, nonagenario ya, un cinéfilo empedernido, un Bartleby del suicidio, un viudo que pospone un día tras otro su muerte, y a ese hombre anciano, finalmente, se le detiene el ritmo del corazón un poco antes de los créditos finales. Cerrando una etapa, tal vez.

Fallece en la butaca. Feliz. Con una ligera sonrisa; como si, a pesar de todo, hubiera disfrutado de ambos viajes: la película y la muerte. Tras el descubrimiento del cuerpo, mientras los servicios médicos se llevan el cadáver en una camilla, el acomodador y la taquillera especulan: quizá la emoción de ver a los personajes a un palmo de su cara, rodeándole, envolviéndole, fuera la causa del infarto. Tal vez cumplió un viejo sueño: vivir una película, más que verla.

En el exterior la gente es ajena a esta partida, a este deceso, a esta conclusión. Sigue nevando y las familias se reúnen en sus hogares mientras el cuerpo se conserva rígido en la morgue, pues no hay ninguna persona que reclame los despojos para velarlos en el tanatorio.

Dos noches después, en sesión de madrugada, X regresa al cine. Junto a él va Y. Se han cogido de la mano y se sonríen. Son dos espectros enamorados. Se acomodan en sendas butacas, aunque sus entes incorpóreos no necesitan sentarse.

Comienza la película.

Aún es Navidad.

Y, afuera, nieva.

SOBRE EL AUTOR: JOSÉ ÁNGEL BARRUECO (ZARAGOZA, 1972). Poeta, narrador, periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Pontificia de Salamanca. Autor de varios libros, entre ellos Asco (novela; Eutelequía, 2011), Vivir y morir en Lavapiés (novela; Ediciones Escalera, 2011), Angustia (novela; Editorial Origami, 2014); Los viajeros de la noche (poesía; Editorial Origami, 2013), El amor en los sanatorios (poesía; Canalla Ediciones, 2011), Vengo de matar a un hombre (teatro; Editorial Celya, 2004), etc. Sus textos aparecen en diversas antologías literarias. Fue columnista en distintos medios de comunicación. En la actualidad, colabora en publicaciones culturales, tales como Culturamas, El Adelanto de Zamora y Divertinajes.

SOBRE LA RESPONSABLE DE PALABRA DE ARGONAUTA: ANA PATRICIA MOYA (CÓRDOBA, 1982). Estudió Relaciones Laborales y es Licenciada en Humanidades por la Universidad de Córdoba. Ha trabajado como arqueóloga, bibliotecaria, documentalista, etc. Actualmente, se busca la vida como puede y dirige el Proyecto Editorial Groenlandia. Su obra más reciente es Píldoras de papel (Huerga y Fierro, 2016); próximamente publicará su próximo poemario, La casa rota (Versátiles Editorial). Sus textos aparecen en distintas revistas y antologías literarias; también ha obtenido algún que otro premio por sus despropósitos lírico-narrativos. Eterna finalista.

SOBRE LA FOTÓGRAFA: GEMA ALBORNOZ (Córdoba, 1979). Poeta, narradora, fotógrafa. Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Córdoba. Sus poemas y otros textos aparecen en publicaciones (revistas, fanzines), tales como Prisma a la vista, Salto al reverso, El laberinto de Ariadna, Le Miau Noir, El coloquio de los perros, Mitad Doble, Bohemia, La Galla Ciencia, LaFanzine, entre otras. Colabora con artículos y reseñas en Mundiario, Luz Cultural Magazine y Odisea Cultural. Miembro de la Asociación Cultural Poética (Puente Genil) y Asociación Cultural Naufragio (Lucena).

Más relatos y autores en la sección Palabra de argonauta

BASES PARA PARTICIPAR EN PALABRA DE ARGONAUTA:

1) Se aceptarán una selección de relatos, cuentos, microrrelatos, etc, hasta cuatro páginas máximo, sean inéditos o no, publicados o no, en distintos medios, de autores españoles o extranjeros residentes en el país, sin límite de edad; el formato de los archivos será DOC o DOCX; en el mismo archivo, deberá incluirse una pequeña bibliografía (que ocupe menos de un folio). También se aceptarán todo tipo de géneros temáticos.

2) No se aceptarán borradores, textos sin corregir, con faltas de ortografía o fragmentos de novelas.

3) El nombre del archivo que tendréis que remitir de manera adjunta (no pegado en el cuerpo del mensaje) será TEXTOS Y BIO DE (vuestro nombre y apellidos a continuación. Ejemplo: TEXTOS Y BIO DE PATRICIA BRAVA.doc.

4) Se remitirán al correo de la encargada de la sección: yosoyperiquillalospalotes@gmail.com, con (IMPORTANTE) el asunto: «SECCIÓN ODISEA CULTURAL».

SEGUNDA CONVOCATORIA ESPECIAL MICRORRELATOS:

Palabra de argonauta está preparando una segunda entrada con una selección de autores y autoras españolas contemporáneos especializados en microrrelatos. Si os interesa, aquí tenéis los puntos a tener en cuenta:

1) Podrán participar autores y autoras nacidos en territorio español, o bien, extranjeros residentes. No hay límite de edad.

2) Se admitirá una pequeña selección de microrrelatos (de entre tres y cinco), sean inéditos o no, publicados o no, en cualquier medio (impreso o virtual). Al ser una narración breve, los microrrelatos no podrán superar las trescientas palabras. (sin incluir el título). No se aceptarán textos sin corregir o con faltas de ortografía. El formato de los archivos será DOC o DOCX. No se considerarán los pegados al cuerpo del mensaje. En el mismo archivo que contenga los textos, deberá incluirse una pequeña bibliografía, de no más de seis líneas.

3) El nombre del archivo que tendréis que remitir de manera adjunta será TEXTOS Y BIO DE (vuestro nombre y apellidos a continuación. Ejemplo: TEXTOS Y BIO DE PATRICIA BRAVA.doc.

4) Se remitirán al siguiente correo: yosoyperiquillalospalotes@gmail.com, con (IMPORTANTE) el asunto: «SECCIÓN ODISEA CULTURAL ESPECIAL MICRORRELATOS». 

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