Frontera, de David Bobis, por Matías Escalera Cordero

Frontera, De David Bobis odisea cultural

El secreto de este poemario, en donde David Bobis encuentra, por fin, su voz, tan tenazmente buscada, se concentra en estas dos series que reproducimos más abajo, de la primera de las secciones del libro; es como si en esas líneas, en el frontispicio mismo del poemario, el autor quisiera señalarnos la piedra clave que apuntala todo el edificio…

Acaso el deseo se muerde la cola, se anuda en la arena y nos vuelve laberinto que no halla en sí mismo su salida.

O tal vez soy esa hormiga que adivinara los pasos de una luciérnaga sin memoria. Y digamos que ella acaso la olfatea, acaso le atrae ese aroma a barro de la muerte —mas orillas de sí, huye, huyes de ti misma.

Y así es, huimos de nosotros para encontrarnos finalmente en lo que realmente somos, materia primordial de deseos incumplidos o cumplidos interina y parcialmente.

Pero lo primordial, lo esencial no es fácil de decir; es lo simple en apariencia, pero es lo infinitamente complejo de expresar, tienes que vivir en lo simple y esencial, y David Bobis en la frontera con México, en la lejana Texas, en contacto con la arena y el desierto esencial, lo ha conseguido. No es de extrañar que su lugar de destino haya sido El Paso, frente a la temible Ciudad Juárez.

Ya en sus primeros poemarios, aquí, aún entre nosotros, lo buscaba, buscaba ese leguaje esencial, iba en busca de la médula esencial de lo poetizado, de la violencia, de la víctima y del verdugo, de la extrañeza del amor y del deseo enfrentados a un mundo construido contra el amor y el deseo, un espacio inhóspito, tanto para unas, como para otros. En este poemario, ha encontrado ese modo de expresar lo simple, tan inmensamente complejo, en una prosa poética en la que nada falta, en la que nada sobra; cautivadoramente hermosa, pero con una hermosura antigua y básica que justifica el idioma y nos lo devuelve limpio y dispuesto para lo originario; porque, como afirma en [Consecratio], otra de las secciones del poemario.

Como quien mira y olvida su mirada en el aroma de la arena, he hablado y mis palabras tañen su silencio en las páginas del tiempo.

Y así es, ni más ni menos. Las palabras en este libro –compuesto de tres bloques, subtitulados: “Animalia”, “Festival” y “Frontera” –, de la mano del autor, nos adentran en el tiempo completo y simultáneo de nuestro idioma, en el que presente, pasado y futuro se funden y alimentan; pero, aun así, como todos los idiomas, herramienta limitada, incapaz de expresar lo potencialmente expresable, en la íntima convicción del poeta: la vieja totalidad, tal vez. Algo, sin embargo, imposible ab initio de expresar, por tenaz que sea la búsqueda y la loca insistencia del poeta.

Si un muro se levanta en cada orilla,
y aun el mismo muro
en la otra orilla se levanta
—dijiste—,
entre muro y muro se abre
el espacio que da cuerpo a mi escritura…

Solo queda acercarse todo lo que uno pueda al centro mismo de lo inexpresable, entre los muros que nos cercan y separan; y David Bobis, en este poemario, en su Frontera, se acerca, sin duda, mucho a esa especie de horizonte de sucesos del sentido/no-sentido completo…

Llueve. Y no vendrás, lo sé. Hace tiempo que no soy yo quien me mira desde el fondo del espejo.
Llueve, y me eres ahora como es el horror al deseo, ¿recuerdas?

Mis palabras son el umbral por donde accedes a la noche. Pero todo se pierde en ese ir del polvo a la memoria.

No vendrás, me he ido a no sé dónde…

Y esa es la cuestión central, que emprendemos la búsqueda de lo que se espera desesperadamente, de lo que acaso se presente, cuando no estemos; pues esa es la paradoja del poeta que emprende esa búsqueda imposible, que, en la indagación, acaso pierda lo que se busca y se espera; mas es un riesgo que poetas como Bobis desean correr, se ven impelidos a correr, pues son gente de desierto y de confines imprecisos…

Llueve, llueves. Y el agua es la voz de mi sequía.

Pura paradoja. Y aceptación consciente de la misma. Porque, mientras «el cenit se refleja en nuestro cuenco…», esta clase de poetas sale en busca de las palabras límites…

Nevamos hacia dentro,
y llueve. La memoria
extiende sus navajas en el tiempo
y sus guerreros
devastan las lluvias de la historia.

Porque, como era de esperar, para poetas como David Bobis, que han emprendido este camino con tanta convicción y sincera honestidad, el deseo de fusión con el otro y la búsqueda de la totalidad de sentido poético expresable se funden irremediablemente…

¿O cuántas botellas
ardieron al amparo de tus labios,
cuando era ya una lengua
muerta mi escritura?

Y este, quizás, sea el flanco más débil de la escritura que se busca a sí misma y busca los límites, que es la de los poetas que inician ese rumbo hacia lo imposible… Aunque no importa, pues, para ellos, para poetas que con tanta hondura, con tan firme compromiso y con tan franco convencimiento emprenden ese camino; para una escritura así, en suma, «todo es mirada» y «mirar da ser…»

«… Kukulcán desciende la pirámide:
la gruta preñada por el rayo.
Llueve, lluevo, hoy despierto al mundo
y el mundo en mí despierta.
El tiempo se muerde la cola, y veo.
Todo es mirada.
Mirar da ser, y en el ser canta la transparencia.
Sin hablar, mis palabras me nombran,
me crean: el mundo se nombra a sí mismo
por mi boca. Llueve sin llover.
Templo de lluvia es el cenit».

Merece la pena acompañar a poetas así en su aventura, a una escritura que de manera tan hermosa, con imágenes tan poderosas y versos tan pensados e inspirados, se dispone a la inmolación con tanta generosidad.

Se levanta un muro a mitad de la palabra, es invisible y, sin embargo,

nos veda la otra cara del silencio,
la misma acaso que, sin saberlo, dibuja este poema.
Pues al decirse a sí mismo,
cada signo borra lo que dice:
nace grieta sobre el muro,
y esta red de vacío, este archipiélago de ausencias
levanta su frontera en medio del poema
y cobra voz en la voz de lo indecible…
 

Frontera de David Bobis es, así, un gran poemario de un grandísimo poeta, buscador de los límites, en su vida y en su escritura, a partes iguales; una coherencia que, en los tiempos que corren, es rara especie y un don digno de ser agradecido y degustado.

«Nazco en tu escritura como ese brazo de mar
que penetrara sin fin en un desierto»,

… /…

«Germino en tu interior como el árbol de lluvia
del poema», y en tu cuerpo hoy la lluvia no cincela
el infinito, ni esculpe la epifanía
de este versículo inconcluso…

Nada es seguro en la búsqueda, salvo la incertidumbre; y ahí, precisamente, está el secreto de su irresistible atractivo. Lo inesperable, mas no imposible; la aventura del improbable encuentro con el sentido o de la más probable desoladora confirmación de la fractura; pues, si decirse a sí mismo es decir al otro, como decir al otro es decirse a sí mismo, este enorme esfuerzo no es otra cosa que «abrir grietas / en el texto…» Grietas seguramente irreparables, por las que acaso se vislumbre algo que no sabemos, por improbable que sea, pues «nacemos hacía el frío, y no importa si hemos llegado  / antes o muy tarde. Este tiempo no es el nuestro».

Pero lo es, este tiempo es el nuestro. ¿O no? Quién sabe.

 

Reseña: Matías Escalera Cordero
Obra: Frontera, David Bobis, Amagord, 2021.

 

Matías Escalera Cordero (Madrid, 1956) es un escritor versátil: poeta, novelista y dramaturgo. Ha publicado las novelas Un mar invisible (IslaVaria, 2009) y El tiempo cifrado (Amargord, 2014); la colección de relatos Historias de este mundo (Baile del Sol, 2011) y los poemarios Grito y realidad (Baile del Sol, 2008), Pero no islas (Germanía, 2009), Versos de invierno: para un verano sin fin (Amargord, 2014) y Del amor (de los amos) y del poder (de los esclavos) (Amargord, 2016), y Recortes de un corazón herido: por la esperanza (Huerga y Fierro, 2019). Es asesor internacional de la revista de filología Verba Hispanica, editada por la Universidad de Ljubljana, de la que fue profesor. En 2019, apareció una antología bilingüe de su obra, titulada Poemas del tiempo y del delirio / Poems Of Time And Delirium, en la editorial neoyorkina Artepoética Press Inc.

 

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