Atravesada por las palabras. Reseña de «Intermitencias» de Corina Oproae, por Berta Piñán

Corina Oproae reseña por Berta Piñán

Marc Petit afirma en su ensayo Elogio de la ficción «Abrirse a una lengua no es un acto gratuito, es una manera de disponer de un sueño colectivo, de habitarlo”. Yo creo que Corina Oproae sabe mucho de habitar otra, otras lenguas, de adentrase con pasión en ese sueño colectivo, pero también ha comprendido que en esa entrega hay una ruptura inevitable, una fragmentación de la propia realidad que solo el poema con sus “intermitencias” es capaz de reconstruir por un breve espacio de tiempo.

Corina Oproae es una escritora rumana que escribe en español o quizás no, quizás es una escritora catalana cuya lengua materna es el rumano o tampoco es eso porque probablemente es todas esas cosas a la vez y mucho más. Quizás también por eso, su trabajo como escritora no se detiene en los propios textos, sino que se alarga y extiende la mano hacia las voces y los ecos de otras poéticas que acompañan su transitar de una a otra lengua. De ahí sus traducciones de figuras tan relevantes en la literatura rumana contemporánea, como Marin Sorescu, Lucian Blaga o Ana Blandiana por las que ha recibido importantes premios.

Lo que sí es seguro es que la poesía de Corina Oproae está construida desde la consciencia dolorosa de esa expulsión simbólica que empieza en la propia lengua. Quizás de ahí sus Mil y una muertes, título de su primer poemario publicado en español en 2016 y también de ahí esa constatación íntima de una carencia que la poeta se ve llamada a ocupar a través de la palabra, renombrada como lugar absoluto en este segundo poemario, Intermitencias.

Porque en estos poemas la palabra es el personaje protagonista, pero también es el escenario y el argumento y el paisaje y todo lo demás. La palabra es el pincel y la mano que mueve al pincel, y el trazo que dibuja y el papel y el cuadro. La palabra está fuera y dentro del marco, del ojo, del enfoque: lo que cada palabra oculta o descubre, lo que niega o alumbra, aquello que descifra o esconde, ése es el itinerario obsesivo, opresivo, redundante, devastador, de sus Intermitencias.

“Soy la hija-palabra/que nace cada día”, señala en el poema Identidad. O en la terrible declaración del brevísimo texto que lleva por título Siglo XXI : “He enmudecido, / la palabra/se me agria en la boca/como la leche”.

Hay en todos estos versos un dolor que responde a una expulsión, a un despojamiento de lo esencial, de lo primigenio y que, finalmente, nos condena a vagar por un mundo hostil. Porque el verdadero exilio, no es tener que marchar, sino constatar que, aunque volvamos, aquello que dejamos atrás no permanece igual y, por lo tanto, ya no podrá ser recuperado.

En definitiva, una experiencia del desarraigo personal elevada a experiencia moral a través de la palabra poética: lengua-infancia-memoria, forman parte de una misma cadena donde la consciencia de pérdida, de extinción o de exilio forman las partes de un todo único: “Vivo en un mundo/donde desaparece cada día/una palabra” dice en el poema Estado aleatorio o cuando recuerda a John Berger, en Migrant words: “También emigran las palabras./También ellas recorren/recelosas el camino del exilio”.

Resulta entonces emocionante y desolador comprobar que siempre se está dolorosamente en otro lugar o más bien, en otro “no lugar”, aquel donde es posible una existencia paralela, una existencia alternativa pero también una existencia siempre en parte mutilada, nunca del todo completa: “En algún lugar/las palabras caminan de espaldas a la vida” (La cuarta letra).

Y en todo este itinerario, en esta especie de viaje que es también una propuesta de búsqueda, el yo lírico– despojado de todo– encuentra, sin embargo, una grieta, una rendija por donde colarse, un espacio y un tiempo de nadie, allí donde los mundos del sueño y la vigilia se cruzan y se expanden sin atender a las leyes de la razón, una especie de oxímoron perfecto para escapar del yugo de lo predecible, ese “… breve espacio/que nace cada madrugada” del poema Muros.

Será únicamente en ese estado previo a la consciencia donde la poeta pueda por fin escribir “Como quien prolonga/ un sueño al despertarse/ y nunca lo recuerda” (Fingir) para reconocerse en la absoluta paradoja del poema que lleva, cómo no, por título Despertar: “Llevo durmiendo/mi pasado, mi presente/y mi futuro”.

Yo creo que uno de los grandes aciertos de estas Intermitencias es haber conseguido crear esa atmósfera de inquietud que sobrevuela todo el poemario y que, a veces, nos emociona o nos sacude como un mazazo, con esa sensación de estar asistiendo a algo misterioso que ocurre al otro lado de la puerta, en habitaciones lejanas, en lugares donde sólo se nos permite mirar por un instante y con eso nos basta. No otra cosa pedimos al arte, a la poesía.

Decía Anne Carson que “si la prosa es una casa, la poesía es alguien en llamas corriendo a través de ella”. Yo creo que Corina es esa mujer que corre en llamas, una mujer atravesada por las palabras, atada a ellas en el poema, liberada por ellas.

 

Reseña de Berta Piñán

 

SELECCIÓN DE POEMAS DE LA OBRA «INTERMITENCIAS»

 

Fingir  

Escribo poemas invisibles

que todo el mundo mira

pero nadie ve.

 

Los escribo

sobre espejos al mirarme,

sobre nubes que cabalgo,

sobre ventanas

que se abren y se cierran sin más

al detenerme.

 

Los escribo

apenas queriendo,

como quien prolonga

un sueño al despertarse

y nunca lo recuerda.

 

Aun así, sigo adelante.

Camino sobre la hierba espesa

del deseo.

 

Quizás sea

este fingido desapego

la mano que abra o cierre

los ojos de los versos que escribo.

De una vez por todas.

Amén.

 

 

Estado aleatorio

Vivo en un mundo

donde desaparece cada día

una palabra.

Por si fuera poco,

cada noche se lleva consigo

su entero campo semántico.

Se retira del diccionario,

hecho que pasa desapercibido

dependiendo de la palabra.

Después de abandonar el vocabulario,

se aleja de los pensamientos,

de la memoria.

 

La primera palabra en desaparecer

fue morir.

Es una palabra que no se suele buscar

en ningún diccionario.

La siguiente

fue vivir.

Ahora sé que a nacer

le toca ausentarse

y espero impaciente

que las palabras desaparezcan también

de mi recuerdo,

para poder morir, vivir o nacer

según me apetezca.

 

 

Arqueología

 Las palabras

contienen todos los siglos.

 

Si escarbase un poco,

debajo de una cualquiera

encontraría alas de dinosaurio.

Y con un poco de suerte,

alas de ángel

para sobrevolar todos los muros

alzados por la historia.

 

BERTA PIÑAN (Asturias, 1963) es una escritora española reconocida como una de las voces fundamentales de la literatura moderna asturiana, y desde 2008 es miembro de número de la Academia de la Lengua Asturiana. Es autora de los poemarios Vida privada (por el que recibió el Premio Teodoro Cuesta en 1991), Temporada de pesca (Trabe, 1998), Un mes (Trabe, 2003), Noches de incendio 1985-2002 (Trea, 2005), y La mancadura / El daño (2010), libros todos ellos de difícil acceso hoy.  En su obra narrativa también ha destacado la literatura infantil, con títulos como Luna lunila (1196), El extranjero (2007) o Agua, arroz y maíz (2009). Es traductora de varias obras al asturiano y ha escrito ensayos sociales y sobre el feminismo, como su obra Tres sieglos construyendo la igualdá. ¿Qué ye’l feminismu? (Ámbitu, 2003). Su obra ha sido recogida en varias antologías como la Antoloxía poética del Surdimientu (1989) de Xosé Bolado,  Nórdica, ultima poesía en asturiano (1994) de José Ángel Cilleruelo, Las muyeres y los díes de la poesía contemporánea asturiana (1995) de Leopoldo Sánchez Torre, y la Antoloxía de muyeres poetes asturianes S.XX de Helena Trejo (2004). En 2018 publicó su primera novela en la editorial Hoja de Lata, Como la muda al sol d’una llagartesa, merecedora del Premio Xosefa Xovellanos de narrativa en asturiano.

 

CORINA OPROAE (Rumania, 1973) es poeta y traductora. Reside en Cataluña desde 1998. Escribe en español, traduce del rumano y del inglés al catalán y al español. Enseña inglés en un instituto de enseñanza secundaria y conduce un taller de poesía en la escuela de escritura Laboratori de Lletres de Barcelona. Ha traducido al catalán o al castellano autores como Ana Blandiana, Marin Sorescu, Lucian Blaga, Gellu Naum, Dinu Flămând o Mary Oliver. Su traducción del libro de poemas La meva pàtria A4  de Ana Blandiana ganó el premio Jordi Domènech de Traducción de Poesía (2015). En 2016 publicó su primer libro, Mil y una muertes, La Garúa, Barcelona. Intermitencias es su segundo libro de poemas. Podéis seguir las últimas novedades en su red de Twitter: @OproaeCorina

 

 

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