«Las fisuras del género», de Ángel de La Torre, reseñado por Manuel Guerrero.

Ángel de la Torre (Lucena, 1991) es uno de los poetas jóvenes más prometedores, con una trayectoria bastante destacada, pese a su juventud. Junto con el que trataremos en esta reseña, Las fisuras del género, son tres los volúmenes de poesía que firma: Uno partido (Vertical Ediciones, 2011) y El río es un decir (La bella Varsovia, 2015). También ha aparecido en diversas antologías, como Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011), La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces (Ediciones en Huida, 2012) o La poesía posnoventista española en 15 voces (Online).

Las fisuras del género revela la ingeniosa creación para la poética de su autor y el empleo de la lengua que se dilata en cada verso de forma ágil e impactante. La obra se divide en cuatro partes: «Una isla», «Las fisuras del género», «Diálogos de la sed» y «Acotaciones».

«Una isla» es la sección más breve e intensa. El poema que abre este libro es una carta de presentación para el resto de las páginas, un poema sin puntuación y con fisuras en el lenguaje, porque…

 

ambicioso de cuerpo hueco este poema

se cifra en brisas en posibles

destinos del

vacío […]

 

No se ha de temer al «vacío» provocado por la fisura, pues el poema ha de escribirlo cada uno. Este primer texto aporta uno de los símbolos recurrentes del poemario: el desierto. Quizá, el laberinto. No obstante, en el tercer poema, que cierra esta primera parte, la metáfora del naufragio, también recurrente a lo largo de Las fisuras del género, aparece de forma clara al desgranar motivos alusivos al naufragio que se desvela en el último verso.

En la segunda parte, titulado homónimamente como el poemario, hallamos composiciones en los que el autor muestra distintos planteamientos poéticos. En «Teoría de finales (I)» emplea una correlación para la construcción del poema:

 

La sangre, los raíles,

un río enhebrando […]

lápidas coloreadas

como vivas anónimas manos desasiéndose

trenes –¿herida, cicatriz?–

el mar queda lejos […]

 

En «Monte Gurugú» hallamos uno de los textos más sugerentes del conjunto, mediante el contagio y combinación de elementos:

 

La red eléctrica

que abastece a la ciudad

decora sus tendidos con los colores

de las aves migratorias.

 

Esta idea de que la naturaleza se hace con el poema es frecuente, como en «Colocación efímera», en el que llega a haber una identificación, aunque en los versos finales emplee una litote: «En este poema / tal vez ni siquiera / poema», al igual que en «Sin título» la insuficiencia de nombrar. En efecto, quizá no sea poema, como el hombre quizá no sea hombre. Nos dirá en «Ecología fallida»:

 

Un cuerpo desea ser mar

y elige

tonalidades, tempestad, calma.

Un cuerpo desea ser tronco, tener alguna rama

habitada, enraizar en otro cuerpo

y decide

modos de arder, ascua,

ceniza.

 

El hombre es agua, es mar, frente a la sequedad del desierto. Estos dos tipos de hombres los descubre en el poema «Las fisuras del género»:

 

[…] pero qué género

de hombres, uno que es agua contenida o uno que ve

la humanidad y se reconoce como barro, como boca

cocida en un horno.

 

Esto nos lleva a la tercera parte, «Diálogos de la sed», cuyos poemas comienzan con la misma cita, para dar lugar a poemas de distinta temática, si bien la sed es lo común y, por tanto, la humanidad («V»):

 

y en el suelo qué

sonido hace el agua

evaporándose

cuánto tarda

el proceso y qué sabor transmite

de un humano

a otro.

 

Y la inhumanidad («IX»):

 

quien aprende a odiar sabe

dónde marchitar

dónde dejar la ceniza,

dónde quién

ruina, sedimento.

 

Finalmente, «Acotaciones», la última sección, ahonda en estas fisuras, con imágenes atrevidas en las que, como indicamos al principio, la lengua se dilata de forma ágil:

 

Blancura: ondeaban banderas de años anatómicos

zarza o alga ambos dead end garganta

saturada con las propias extremidades del hombre huesecillos

de pájaros tumbas

en los intersticios de

este mar           este amor

digamos desierto: nieve que sofoca edificios de estertor

 

En los últimos textos, De la Torre flexiona el lenguaje hasta acogerlo a su voz ya madura, llena de simbología y fuerza. Por esto, precisamente, Las fisuras del género es un canto complejo y desgarrado, una poética ingeniosa y reflexiva sobre sí misma.

 

qué ocurrirá con el humano

que desfallece

qué ocurrirá con el insecto

tatuado

en nuestra piel tan limpia

seremos pasto vivo para seres

vivos he ahí el último

interrogante

de la

humanidad

 

 

SELECCIÓN DE POEMAS DE «LAS FISURAS DEL GÉNERO»

 

COLOCACIÓN EFÍMERA

 

En este poema, las hojas

permanecen impasibles

y los troncos se estremecen

al ser azotados por el viento. En este

poema las raíces no toman

agua del terreno, la tierra no muestra

la devastación del habitante, ninguna

herida con fruto. En este poema ni la nieve es perpetua

ni el frío.

En este poema

tal vez ni siquiera

poema.

 

LAS EDADES DEL DESIERTO

 

Un vientre calcinado

por la helada de ayer queda

al aire o voz cultivada

en la arena. En la orilla, mojar el labio

se multiplica

en desiertos. Ahogarse es calmar

el agua. Al tiempo

un cosquilleo en la garganta

pone nombres de insectos a algunas tragedias

atragantadas en la sed.

 

Todos los desiertos tienen la misma edad,

todas las pieles.

Tantas partículas.

Nunca una ola.

 

 

Reseña y selección de poemas: Manuel Guerrero Cabrera

Obra: Las fisuras del género, de Ángel de la Torre. Premio Andaluz de poesía Villa de Peligros. Diputación de Granada, Ayuntamiento de Peligros, 2017.

 

Las fisuras del género, portada.

 

Ángel De La Torre (Córdoba, 1991). Es licenciado en Filología Árabe y ha publicado el poemario «Uno partido» (Vertical Ediciones, 2011). También ha aparecido en diversas antologías, como «Tenían veinte años y estaban locos» (La Bella Varsovia, 2011), «La vida por delante. Antología de jóvenes poetas andaluces» (Ediciones en Huida, 2012) o «La poesía posnoventista española en 15 voces» (Online). En 2014 participó en el Festival de Poesía Cosmopoética, y en 2017 recibió el Premio Andaluz de poesía Villa de Peligros por el poemario «Las fisuras del género».

Manuel Guerrero Cabrera (Córdoba, 1980). Es profesor de lengua y literatura, articulista y poeta, y realiza, desde la Asociación Cultural Naufragio, una importante labor de difusión cultural en el sur de Córdoba. También posee un espacio semanal sobre literatura en Radio Lucena con el nombre de «Siempre hay tiempo», y es director y presentador del programa mensual de literatura «La voz a ti debida« en Radio Atalaya de Cabra.

Ha publicado los poemarios «El desnudo y la tormenta» (Moreno Mejías, 2009), «Loco afán» (Ediciones en Huida, 2011), «El fuego que no se extingue» (Manantial, Ayuntamiento de Priego de Córdoba, 2013) y «Las salinas del aliento» (Cuadernos del Laberinto, 2015); los libros de ensayo «Estudios críticos de Literatura del Siglo de Oro» (Juan de Mairena y De Libros, 2008) y «Tango. Bailando con la literatura» (Moreno Mejías, 2009); y los libros de narrativa «Para despertar» (Moreno Mejías, 2011) y «Vieja túnica y otros relatos» (Áticabooks, 2017). Este año aparecerá «Al compás literario de tango», su tercer libro de ensayos, y el segundo de temática tanguera.

En su web personal, podréis encontrar información actualizada de su biobibliografía, sus obras, su presencia en medios y redes, así como podréis acceder a su blog.

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