Mazo de Hércules: golpe y magia del poema, por Miguel Iriarte

Mazo de Hércules de Marlene Zertuche es un libro que, apenas leídos sus versos iniciales, te siembra una extraña incomodidad en el espíritu; un malestar lejano a la suave complacencia del poema que te concesiona la experiencia de hacerte sentir bien. Estos poemas son un inventario de la destrucción del amor, de su imposibilidad, de la desesperada estación en la que el amor se refugia en el sexo, y queda después resumido en la palabra.

Son estos poemas escritos con dura belleza, sin ese reblandecido dolor del que se queja. Zertuche dice, califica, presenta, exhibe las heridas pero lejana a toda conmiseración. Todo lo contrario. Jugando con el mito y el azar y cabalgando sobre un discurso desprovisto de efectismos poéticos deja relucientes sus  dolores logrando una poesía que interpela profundo y cuestiona en el lector la cómoda tentación del verso complaciente.

Mazo de Hércules deja la percepción de que está precedido por un trabajo de días; poemas que son el resultado de una empeñosa lidia con las palabras y con las ideas, sentidas hondamente, y rodeadas de un misterio al que no se llega fácil. Un misterio de las asociaciones, de las claves secretas y de las referencias a un poderoso erotismo que sin embargo se extravía, se atenúa, se asoma y se elude, como sucede en este libro en el que huyen más de una vez los sentidos del poema para esconderse detrás de la belleza.

El libro está arreglado estructuralmente como una partida de cartas. Son breves partes propuestas al lector fundamentalmente como juego: antes del principio, barajas apiladas o del principio, primera mano, ser un espejo detrás de las cartas, la suerte está echada, y los tres tres: encuentro esperado.

Y con esta administración de la baraja, queda claro que el mazo —y compartimos esa lectura de Neri Tello en la nota de presentación de este poemario— no es solamente el paradigmático instrumento mitológico de Hércules, sino, también, el mazo de cartas con el que la Zertuche quiere poner sobre la mesa el juego de saber qué sucede con “ésta locura que presagia fuerza devastadora en todas sus cartas”. El mazo de cartas es uno de los territorios semánticos pretextuales en el que se explican los signos de este libro: el azar de la vida y la poesía regirán lo que sucede en este territorio del poema. Ya en la entrada nos anuncia el tono desencantado del libro:

reposó nuestra imagen en

Desprecio

(lugar de siete mil mentiras)

caímos con poco encuentro,

«malas casualidades”, lo llaman mis abuelas

ellas (no tú, no yo) conocen a exactitud

la sinfunción de las esperanzas

Ese es el tono del libro y no ha comenzado aún la partida. El segundo poema ratifica la derrota y la incapacidad de estar lúcida en medio del desastre:

te buscaba ebria

entre los rostros y

bajo ese puente

después derrumbado

El tercero, por su parte, deja en claro la imposibilidad de la comunicación:

nadie percibe los arreglos

a la composición

nadie escucha siquiera la música

Y en este punto, con la baraja apenas apilada, lista para comenzar el juego, aparece un hilo de conciencia que reconoce la magnitud de la locura: “señores, me he metido en camisa de doce espadas”; doce espadas que aluden, quién lo duda, a los doce trabajos de Hércules, y desde luego se funden entonces las doce alegorías simbolizadas en el poemario y con las que juega el libro de la Zertuche: el mazo del héroe que destruye caprichoso los arreglos del amor; el mazo de cartas con las que la poeta intenta recomponer el desastre a través del azar. “Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida”, diría el poeta colombiano León de Greiff.

Es por eso que cuando la Reina de la baraja propone un juego para desequilibrar el poder de la sola fuerza, “separando los falos de las vaginas y ponerle así fin a la copulación interminable”, en la incertidumbre que proviene del sexo y el lenguaje, el rey tiembla y tartamudea. Y pierde entonces la primera mano del juego. Después es la trampa. El espejo situado detrás de las cartas para ver el juego del otro y dañar la suerte transparentando las cartas del naipe en una coyuntura en la que de nada sirven las palabras. Si se rompen las reglas del juego también pervierten los sentidos. Pero en la certeza de que somos “mito, ciencia y calostro”; es decir, mito y ciencia y poesía mamada en la luna de un pezón, sensualidad e instinto mamífero, para ansiar el espantoso abismo de la gloria a través del combate de los cuerpos, volvemos al destino del lenguaje:

a tu regreso no negaré mi tacto

estaré resuelta para la embestida

porque en tardes de mi cuerpo,

nuestros poros y tu sexo

mi fuerza se concentra sólo en un verbo

Es decir, la palabra nombrando la experiencia, el verbo como punto final, como destino. La instancia en la que se resuelven los conflictos, no en la que se alcanza la felicidad, de ningún modo. Aquí el lenguaje empieza a proponerse por encima del instinto fatalista del sexo; diríamos que el destino del poema por encima de “el orgasmo simulado o el heredado espejismo conyugal”.

Desde este momento del juego en adelante el mazo de Hércules se hace de plástico, su avasallante fuerza masculina sucumbe al dominio del amor y la palabra poética domina entonces el poema en señal de libertad de lo que se siente y se dice. No obstante:

 

qué miedo a la rima

a que me armonice la palabra con la imagen

qué miedo a la fortuna

a poder decirlo todo y ser escuchada

Se está en posesión de la palabra y en la libertad de decir el poema, pero hay una prevención, algo inhibe. Hay un temor reverencial para llegar con el poema ante otras instancias. Es lo que dice el poema:

estoy prevenida

tengo apuntes para cuando vaya a con Dios, a con Zeus

esquemas de emergencia por si me falla

la espontaneidad

la frescura

por si la estructura

si el estilo

si el ritmo

si los cuatro versos y el título

 

Es entonces el desafío de la palabra poética, más allá del mazo de Hércules y del mazo de cartas. La suerte está ya echada. El pulso del poema es la fuerza para llegar ante Dios o ante Zeus; para escribir en el espacio que dejaron Drummond de Andrade, Pessoa y Ulalume González de León; para dedicarle un poema muy personal y misterioso a Rilke, que murió en el 26, “ese día la poesía se equivocó / con ella misma /como el día en que viré para encontrarte”.

Y aparece de nuevo el amor, lleno de rastrera cotidianidad y ensueño. Como siempre. Y los tres poemas finales de este libro: “Grandes planes para la esperanza”, “Zoo” y “Marlen-to”, parecieran ser textos liberados del juego del libro; no porque no quieran pertenecer a esta reunión, sino porque parecieran ser los textos que ganaron la partida. Porque certifican la inutilidad de la pugna entre los sexos, los que recomponen el orden en el que la batalla se reinstala en la normalización del desencuentro. La inconformidad de los amantes es la metáfora de la pelea del poeta y las palabras. Y a la visconversa. Y allí comienza todo de nuevo. Los tres poemas son nuevamente un canto con los mismos dolores. Dura belleza que no aspira a conceder.

Reseña por Miguel Iriarte

Mazo de Hércules, de Marlene Zertuche, edición de autor, 2013.

 

SELECCIÓN DE POEMAS

 

te aproximas

viene contigo una culpa cristiana

como si hubieras bebido el último trago del pozo

sin compartirlo conmigo

como esa multitud que poco o nada

se apacigua con el pan multiplicado

 

pincho el globo: anochece

hay retraso

fecha

protocolo

mi entrepierna sangrando al fin

 

desde entonces nos suenan los huesos, Hércules,

porque fue grande el espacio entre tu nombre y mi laberinto,

abismal la grieta entre tu mueca y mi viaje

pero la culpa no se va de ti

me la entregas por los ojos

insistes vanidosamente en que el daño es tu proeza

no sabes que aquella mañana estaba yo entre el líquido

fluorescente y cualquier cuerpo

entre el agua, el deseo,

llegaste, Dios de Fuerza, como otro hubiera llegado

 

tenías el destino perfecto hilvanado en doce hazañas

débil para la decisión, hecho de engaño sobre engaño,

supiste sólo ahogar, capturar, robar, matar, matar y matar

tres muertes que dicen qué

 

a tu regreso no negaré mi tacto

estaré resuelta para la embestida

porque en tardes de mi cuerpo, nuestros poros y tu sexo

mi fuerza se concentra sólo en un verbo.

 

fatigada de anhelar para mi especie

el milagro de la supervivencia y bienestar estilizados

no emprendí lucha, como otras hembras, para el orgasmo simulado o para el heredado espejismo conyugal

fui, eso sí, una mujer urbana, de postre a la cama y media suelta a la lengua,

agudo filo en el diente, angustia inflada en la barriga y con sonrisa terriblemente abierta

la inconsciencia del arrojo hacia tu cuerpo-falo:

el error teórico-práctico que pagaré con creces

antes que las palabras me persigan

todavía antes que suceda el segundo para enunciarlas.

 

Marlene Zertuche (Guadalajara, México, 1983), estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara y es editora, gestora cultural y poeta. Estudió Letras Hispánicas en la Universidad de Guadalajara, y ha participado en festivales de literatura en México, Colombia, Uruguay y otros países de América Latina. Es autora delos poemarios Mazo de Hércules y El otro sol. Sus textos aparecen en revistas de literatura y arte como Aurora Boreal, para los amantes del español (Dinamarca, 2012) y Vía Cuarenta (Colombia, 2013), y en los libros El viento y las palabras. Renovación poética en Jalisco (La Zonámbula, México, 2014) y 20 años, Creadores Literarios FIL Joven (FIL Guadalajara-UdeG, 2014). En 1999 resultó ganadora del Premio Creadores Literarios FILJoven en la categoría de cuento.

Actualmente trabaja como gestora cultural y editora independiente. Junto con la poeta argentina Marta Cwielong, realiza la investigación Las vírgenes terrestres. Observaciones de poetas latinoamericanas, trabajo permanente sobre mujeres poetas latinoamericanas que tiene como objetivo la difusión de la obra de autoras nacidas en la primera mitad del siglo pasado XX, cuyo primer resultado se presentó en octubre de 2015 en la Primera Bienal Internacional de Poesía en San José de Mayo, Uruguay. Es productora ejecutiva de la serie documental Poesía viva del mundo, producción cinematográfica sobre los principales festivales de poesía en el mundo, proyecto compartido con la productora cinematográfica Mental Revolution, que lidera el director de cine Rocko D. Márquez. Pueden seguir las novedades sobre este interesante proyecto a través de su página en Facebook.

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